Entre guaguas y pacas

Dentro de la Competencia Estados Alterados del 38° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, se proyectó la película «Malqueridas» de la directora chilena Tana Gilbert. Un documental carcelario con la mirada puesta en las madres privadas de la libertad.

La particularidad aquí es que las fotos y videos que ilustran el relato están tomados con celulares por las propias presas dentro de la cárcel. De forma clandestina, claro está, ya que los celulares allí dentro están prohibidos. Una primera lectura ofrecida textualmente por el documental es que estas imágenes estaban destinadas de ser retenidas y descartadas por las autoridades del penal, pero hoy las podemos ver.

El relato es un texto ficticio elaborado a partir de testimonios varios de madres que estuvieron presas y que propone generar una secuencia cronológica de lo que es parir esposada, criar en una celda y separarse de un hijo cuando este ya no puede estar más dentro de la cárcel (como si pasar la primera infancia dentro de una prisión fuera viable).

Otros documentales carcelarios buscan el archivo de situaciones trágicas o que den cuenta de las precarias condiciones de vida en reclusión. Esta película de Tana Gilbert tiene otra característica: las fotos y videos están tomadas desde el punto de vista de alguien que quiere atesorar algún recuerdo feliz, estas mujeres no filman para ser el archivo que sacie el morbo ajeno, lo hacen para ellas. Filman a sus bebés durmiendo y jugando, se sacan fotos cuando se arreglan, se graban bailando en las fiestas internas y disfrutan de los fuegos artificiales de Año Nuevo.

Vale preguntarse, entonces, con qué derecho y con qué objeto alguien puede decidir eliminar esas imágenes, esos recuerdos, qué rol cumplen estos dispositivos en el encierro. Este registro nos obliga a entrar en un punto de vista íntimo y sacude el relato mainstream que se valió del morbo y la porno miseria para hacer mainstream en la ficción latinoamericana.