Golpe al corazón de Beirut

«Somos como el Ave Fénix» dicen sus ciudadanos, «nos caímos una y otra vez y, sin embargo, así nos levantamos». Siete veces fue reconstruida la ciudad de Beirut, la famosa «Suiza» de Medio Oriente que supo serlo a mitad del Siglo XX.

Era de tarde en Beirut en pleno verano libanés cuando el sol se acomodaba para empezar a descender. Una ciudad ubicada sobre las costas del mediterráneo y con un calor que hace crujir el asfalto, cerca de 35 grados, sumado a la humedad. Las autoridades libanesas informaron sobre un incendio en el galpón 12 del puerto de la capital. Según los ciudadanos que pasaban por el lugar, se podía observar mucho humo negro y llamas en uno de los hangares.

Pero ni el más incrédulo podría llegar a imaginarse lo que ocurriría luego: el incendio, como se vio en los videos y en los canales de televisión, comenzó a expandirse y surgieron detonaciones que, hasta el momento, se desconocen sus causas.

Como se observó a través de los medios, el fuego se acrecentó en segundos y ocurrió lo peor, explotó el hangar 12 del puerto y, en primer lugar, se produjo una onda expansiva similar a una bomba nuclear en pleno corazón libanés, que posteriormente fue acompañada por una fuerte detonación como las que no se ven desde hace mucho tiempo.

La onda expansiva, según información del gobierno libanés, alcanzó los 10 kilómetros a la redonda en lo que sería pleno centro de Beirut, por lo que los destrozos fueron totales. Las estimaciones locales aseguran que aproximadamente 300.000 personas quedaron sin hogar por los destrozos, y estructuras cercanas también colapsaron.

A pocas cuadras del suceso se encontraba una de las calles más transitadas con bares y restaurantes, Gemayze, donde los edificios se derrumbaron y antiguas construcciones quedaron en ruinas.

Las autoridades libanesas aún no pudieron dar un comunicado oficial de lo sucedido aunque, en principio, descartan un atentado. Por estas horas circularon muchísimas teorías pero ninguna está confirmada, incluso la de un almacenamiento indiscriminado de nitrato de amoniaco.

Las imágenes hablan por sí solas, pero hasta el momento oficialmente se habla de más de 75 muertos, 4.000 heridos, 100 desaparecidos y hospitales colapsados. A esta terrible desgracia hay que sumarle que también se vive la pandemia por COVID-19, y que se perdió noción de lo que es el distanciamiento social debido al shock sufrido con la explosión.

Beirut, la capital que se resigna a desaparecer, sigue de pie y seguirá de pie. Lo que sí se puede descartar es una explosión de pirotecnia. Según medios libaneses, la explosión se dio por armamento pesado o nitrato de amoniaco en grandes cantidades. Será tiempo para que las autoridades libanesas tengan que explicar semejante amontonamiento en mal estado de dicha sustancia.

Por estas horas también corre con ventaja la versión de que, según la agencia Reuters, en el hangar se guardaban hace varias semanas toneladas de nitrato de amoniaco y que las autoridades portuarias dieron alerta y no hubo respuesta, pero aún es una teoría.

El Líbano, una vez más, es golpeado, destruido, y se suma a la mala gestión política y una economía complicada. Pero, como en anteriores ocasiones, el país del cedro sobrevivirá y se pondrá de pie.