Indignantes aplausos en Parlamento canadiense

El escándalo ocurrido en Canadá en los últimos días tuvo enormes repercusiones internacionales. La visita oficial del presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, incluyó una ceremonia de recibimiento realizada el pasado viernes 22 en el Parlamento, de la cual participó el primer ministro, Justin Trudeau. Todo parecía en orden, bajo el control de la normalidad diplomática rutinaria. Sin embargo, a los pocos minutos, se desató una tormenta, y no precisamente climática.

El speaker (presidente) del cuerpo legislativo de Canadá, Anthony Rota, anunciaba con estas palabras una presencia particular en las gradas: “Tenemos aquí en la Cámara hoy a ucranianos-canadienses, y al veterano de guerra ucraniano-canadiense de la Segunda Guerra Mundial, quien luchó por la independencia ucraniana contra los rusos, y continúa apoyando a las tropas hoy, incluso a su edad de 98 años”.

Se trataba de Yaroslav Hunka, a quien todos los presentes de ambas delegaciones aplaudieron e, incluso, Zelenski saludó con el puño en alto. Pero, ¿quién es Hunka? Es un excombatiente en la 14º División de Granaderos Waffen Schutzstaffel (SS), una unidad denominada Galitzia, integrante precisamente de las SS, destinada a combatir contra los soviéticos. La conformaban, en su mayoría, voluntarios ucranianos, y en sus manos tienen la sangre de miles de civiles polacos inocentes, a quienes consideraban enemigos de la pretendida homogeneidad étnica de Ucrania.

El comunicado de los Amigos del Centro Simon Wiesenthal (FSWC) fue el que puso el grito en el cielo, al referirse a quién es y qué hizo Hunka. Dijeron estar «profundamente perturbados por el hecho de que el Parlamento canadiense haya reconocido a un veterano ucraniano que sirvió en una unidad militar nazi durante la Segunda Guerra Mundial».

Rápidamente, Rota salió a aclarar: “Quiero dejar claro que nadie, incluidos mis colegas parlamentarios y la delegación ucraniana, conocía mi intención o mis comentarios antes de que los pronunciara”. Luego, sobrevino un comunicado de los voceros de Trudeau, que sostuvo que “ni la Oficina del Primer Ministro ni la delegación ucraniana habían sido informadas con antelación de la invitación ni del reconocimiento».

También se expresó la organización de derechos humanos B’nai Brith Canada, que subrayó que Hunka y los suyos “soñaban con un Estado ucraniano étnicamente homogéneo y apoyaban la limpieza étnica” que llevaba adelante el Tercer Reich encabezado por Adolf Hitler. Por su parte, el Centro para Israel y Asuntos Judíos, que representa a las federaciones judías de Canadá, sostuvo que la comunidad judía de aquel país “apoya firmemente a Ucrania en su guerra contra la agresión rusa”, aunque aclaró: “No podemos permanecer en silencio cuando se blanquean los crímenes cometidos por los ucranianos durante el Holocausto”.

La renuncia de Rota estaba al caer. “Ese reconocimiento público ha causado dolor a individuos y comunidades, incluida la comunidad judía de Canadá y de todo el mundo”, dijo en una alocución. “Además de los sobrevivientes de las atrocidades nazis en Polonia y otros países”, agregó que aceptaba la “total responsabilidad” de sus actos, en sus últimos minutos como presidente del Parlamento.

Por supuesto, las reacciones desde la Federación Rusa no se hicieron esperar. «Estos crímenes no tienen fecha de caducidad ni prescripción. Este tipo de descuido de la memoria es indignante», declaró el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov. “Las autoridades de Canadá siguen presentando un espectáculo. El primer ministro Trudeau expresa ‘las más sentidas disculpas’. Dice que le perdonen, que él no sabía. Pero eso es mentira. Todo el mundo lo sabía todo», escribió por su parte la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, María Zajarova, en su canal de Telegram.

Faltaba escuchar las palabras de Trudeau, que finalmente llegaron. “El speaker fue únicamente responsable por la invitación y reconocimiento de este hombre, y ha aceptado su responsabilidad y renunciado. Este fue un error que ha avergonzado al Parlamento y a Canadá. Todos nosotros quienes estuvimos en la Cámara el viernes nos arrepentimos profundamente de haber permanecido y aplaudido, a pesar de que lo hicimos sin ser conscientes del contexto. Fue una violación horrenda a la memoria de las millones de personas que murieron en el Holocausto, y fue profundamente doloroso para el pueblo judío, y también hirió al pueblo polaco, romano, LGBTIQ+, personas con discapacidad y racializadas, y las millones de personas que fueron blanco del genocidio nazi”.