«La dosis» justa de oscuridad

La ópera prima de Martín Kraut se sumó esta semana al ciclo Jueves Estreno de CINEAR, por lo que pudo verse en su canal de TV y, además, estará disponible en la plataforma hasta el jueves 29 de octubre de forma libre y gratuita. «La dosis» cuenta sobre un enfermero de cuidados intensivos que advierte algo oscuro en su nuevo compañero.

Marcos (Carlos Portaluppi) trabaja como enfermero hace veinte años en una clínica. La muerte y la enfermedad ya son parte de su cotidianidad, sin embargo, parece no haber caído en la indiferencia frente a los padecientes, como se puede comprender en los primeros minutos en los que logra reanimar a una mujer a la que sus compañeros preferían que, de una vez por todas, falleciera. La escena inicial resuelve rápidamente y con claridad la introducción al ambiente en el que se va a desplazar el protagonista.

Luego de ese comienzo se desarrollan una serie de escenas un poco más deslucidas, donde los diálogos se tornan explicativos y se pueden advertir acciones que fuerzan el verosímil. Quien ya la vio puede preguntarse, por ejemplo, ¿cómo puede ser que nadie vea lo que hace Marcos más tarde con esa misma paciente si esa sala está llena de personas? De todas maneras, la rápida incorporación de un nuevo personaje favorece a que la película se recupere y se sumerja de lleno en el suspenso.

Gabriel (Ignacio Rogers) es nuevo, muy joven y también muy extraño. De inmediato, Marcos percibe su oscuridad y comienza un laberinto de paranoias sostenidas por una tensión en el aire. El juego de «tire y afloje» que comienzan estos personajes y el buen manejo del género hacen del segundo acto lo mejor de «La dosis» que, lamentablemente hacia el tercer acto, vuelve a mostrar (y potencia) sus debilidades iniciales: diálogos explicativos, interpretaciones grotescas, forzamiento del verosímil.

Podemos entonces describir la ópera prima de Martín Kraut con el movimiento oscilante de una ola: irregular, con auges y repliegues fuertes.