La muñeca dice basta

Considerada a esta altura una de las referentes de Hollywood, ya cuenta con un más que generoso presupuesto para filmar «Barbie» (145 millones de dólares), Greta Gerwig, tras su paso por «Lady Bird» y por «Mujercitas», acomete ahora con la más exitosa muñeca del mundo del consumo acompañada, claro está, por su pareja, el talentoso director y guionista Noah Baumbach.

El film ofrece diferentes capas de lectura y este sea, tal vez, uno de los elementos más interesantes de la propuesta.

Por un lado, Gerwig explicita el rol estereotipado de la mujer en la sociedad moderna, quien fuera destinada a las tareas domésticas, a satisfacer a su hombre y a proyectar en esta muñeca, perfectamente hegemónica, sus deseos de madre y su limitado universo de expectativas de realización.

Al mismo tiempo, nos pinta un universo completamente dominado por las mujeres (Barbieland), en el cual el hombre solo existe en tanto y en cuanto la mujer lo valide con su mirada, y es así que asistimos a la presencia de un Ken completamente dibujado y anodino rogando por ser tenido en cuenta. Paralelamente, las mujeres en dicho universo lograron una realización plena y un control total y absoluto de cada uno de los estamentos de la sociedad (Corte Suprema, Presidencia, etcétera), roles que en el mundo real solo eran reservados a los hombres. La mirada ácida de la realizadora es innegable.

Pero por obra y gracia del guion, Barbie deberá abandonar su mundo de supremacía y viajar al real junto con Ken, en donde descubrirán que los paradigmas funcionan exactamente al revés, y es así que el primero se deslumbra con el acceso ilimitado del hombre a todos los sectores y al endiosamiento que la sociedad de él hace, a la par que la atribulada muñeca comprobará que es solo una figura decorativa y sin poder de decisión.

Ken intentará transplantar el modelo machista en el mundo ahora llamado Kenland, en el cual el caballo es la figura a endiosar, y los roles volverán a ser barajados y readjudicados, y ello generará una revolución femenina que intentará poner las cosas en su lugar una vez más.

La realizadora se burla de la sociedad de consumo que endiosó a esta muñeca, a partir de una postura combativa y un gran interrogante: ¿para qué seguir siendo artificial?

Adolescentes que aborrecen estas figuras femeninas impuestas como modelo, muñecas que sueñan con ser humanas, hombres que descubren sus partes sensibles, en una palabra, toda la sociedad puesta en tela de juicio en esta inteligente, colorida y cuestionadora película.