La química del amor

¿Qué nos pasa cuando nos enamoramos? En el mito del andrógino, Aristófanes explica por qué nos enamoramos con la ilusión de “la búsqueda de nuestra otra mitad”. En este relato, resulta que los humanos eran redondos, con cuatro manos y pies, dos caras y podían caminar erguidos o rebotar, Zeus ordenó a Apolo que los cortara por la mitad para debilitarlos, desde entonces, los humanos buscan constantemente a su otra mitad y, cuando creen encontrarla, se abrazan con ardor, como si estuvieran hambrientos.

El mito de la media naranja tiene su origen en la Grecia Clásica y se intensificó con el romanticismo y el amor cortés. Platón escribió sobre este mito en su diálogo dramático «El Banquete» o «El Simposio», considerado una obra maestra de la filosofía occidental. Pero… ¿existe realmente esa otra mitad? ¿Qué nos pasa químicamente en el cerebro cuando creemos encontrarla?

“Fall in love”, “Flechazo” y “Amor a primera vista” son frases occidentales asociadas al amor, pero entendido como enamoramiento, ya que el concepto de amor vas más allá de un primer flechazo, es un constructo. Es justamente lo que aparece cuando desaparece el enamoramiento y podemos ver a la otra persona sin el sinfín de ilusiones e ideales que le pusimos encima.

Resulta que, cuando nos enamoramos, simulamos químicamente una borrachera. Sí, nuestro cerebro está ebrio. No toma decisiones acertadas y todo le parece excitante y aventurero. La otra persona puede convertirse en el centro de la vida, puedo magnificar sus atributos, minimizar defectos, llegar a obsesionarme, sentir que demanda mucha energía, percibir terror ante su ausencia o una excesiva pasión (esta palabra tiene su origen griego en «pathos», que significa sufrimiento en los diferentes modos de existencia).

Sí, el amor también puede doler. Para los árabes, enamorarse estaba visto como una maldición, se asociaba a la magia y la hechicería, entonces, cuando a alguien le caía mal otra persona, era frecuente que le dijera «ojalá te enamores».

Durante el enamoramiento, momento donde sentimos ese «flechazo», se liberan sustancias como la noradrenalina (la misma que cuando tenemos un ataque de pánico o cuando sentimos miedo) y dopamina (la que se libera en las adicciones a sustancias, alcohol o comportamentales, como el juego patológico o el uso desproporcionado de tecnología y redes sociales). Asimismo, disminuye la serotonina, neurohormona relacionada, entre otras funciones, al raciocinio, por lo que no estamos pensando con claridad.

Además de esto, diferentes estudios de neuroimágenes demostraron que durante este periodo se inactivan las áreas que tienen que ver con el juicio crítico y las emociones negativas al igual que en el amor maternal.

Esto significa que existe cierta atracción por lo familiar, pero que lo diferente tiene más voltaje erótico. Por otra parte, se hiperactiva el circuito de recompensa asociado a necesitar cada vez más de eso. Esto es lo que puede generar tolerancia, es decir, cada vez más dosis para el mismo efecto. «Nadie me atrae tanto, hace mucho no siento cierto grado de pasión» o dependencia «si no tengo esa persona, no puedo vivir».

Entonces, el amor real aparece cuando baja esta química, cuando nos permitimos conocer a la otra persona y verla como lo que es, simplemente una persona. Con aciertos y errores, fortalezas y debilidades.

Es importante derribar mitos y construir un amor real. No existe la media naranja. Solo estás borracho de amor y no podés ver las cosas con claridad.

Lamentablemente, en la sociedad actual estamos exigidos a tenerlo todo. A querer completarnos, lo que trae una gran insatisfacción al darnos cuenta de que no es posible, junto a la dificultad para renunciar por miedo al vacío y la incapacidad de aceptación.

Entonces, amemos. Amemos mucho, pero entendamos que no estamos siendo nosotros mismos al principio. El velo del amor, esa «borrachera», nos hace ver cosas que no son. Es importante que nos demos tiempo para conocer, para construir y, sobre todo, para entender qué no necesitamos completitud sino compañerismo. «Yo soy yo, tú eres tú. Yo no estoy en este mundo para cumplir tus expectativas y tú no estás en este mundo para cumplir las mías. Tú eres tú, yo soy yo. Si en algún momento o en algún punto nos encontramos, será maravilloso; si no, no puede remediarse. Falto de amor a mí mismo, cuando en el intento de complacerte me traiciono. Falto de amor a ti, cuando intento que seas como yo quiero, en vez de aceptarte como realmente eres. Tú eres tú y yo soy yo», cita Fritz Perls.

Artículo elaborado por la doctora Natalia Belén Lamónico (MN 161.073 II MP 339.118).