El poder transformador del Ho'oponopono

En su visita a la Argentina luego de muchos años, Mabel Katz fue entrevistada para el programa «Noches Vernäculas», donde habló sobre su reciente libro «Mis reflexiones sobre Ho´oponopono» de la editorial Sirio. Entre otros temas, contó el por qué tomó la decisión de perfeccionarse en este antiguo arte hawaiano de resolución de problemas.
En la actualidad dicta talleres exclusivos alrededor del mundo donde asisten cientos de personas. Este sábado 24 y domingo 25 de junio de 11 a 19 horas se presenta en el Hotel Castelar (ubicado en la emblemática Avenida de Mayo 1152) en la Ciudad de Buenos Aires. Además, es una referente en la lucha por la paz mundial y, como expresó, «la paz comienza conmigo, paz interior es paz mundial. Tenemos que volvernos más pacíficos. Es lo más importante que encontré en este camino. No depende de nada ni nadie por fuera nuestro».

Perdonar y soltar

A través de esta práctica, busca transformar nuestra vida y empezar a percibirla de una manera diferente y ser humildes. Es una manera de limpiarse, de borrar y transformar todas aquellas creencias que nos impiden crecer y ser libres. Se trata de focalizarse en el presente, concentrarse en lo que deseamos lograr y tomar así consciencia de quiénes somos, el por qué estamos donde estamos y comprender que todo sucede para aprender y darnos una nueva oportunidad. También es aprender a responsabilizarse, decir «gracias», «te amo», «lo siento», perdonar y soltar.
Sobre su especialización, detalló que «Ho´oponopono significa cómo corregir un error. Todo en nuestra vida es como mirar el monitor de la computadora, no te gusta algo… ahí tenés que trabajar en los programas que están dentro nuestro. A mí me liberó, porque además de quejarme y sufrir, siempre quería cambiar a los demás: yo estaba en lo correcto y los demás estaban equivocados», señaló Mabel Katz.
Finalmente, agregó que «aún si lograba cambiarlos, yo no era feliz. Porque la verdad es que todo está adentro nuestro. Luego de tomar muchas veces el seminario, me dije que ‘si yo lo cree… también lo puedo cambiar’. Si todo está adentro mío, lo que me gusta y lo que no, es fácil cambiarlo. Lo que es difícil es cambiar a los demás y me di cuenta que todos son programas y memorias, que no necesito saber, pero que hay una parte mía que sabe y lo único que está esperando es que apriete la tecla borrar».

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