El proyecto de Orfeo

En la Competencia Internacional del 38° Festival de Cine de Mar del Plata se presentó «No voy a pedirle a nadie que me crea», la nueva película de Fernando Frías de la Parra basada en la novela homónima de Juan Pablo Villalobos. El director mexicano había estado presente en la 34° edición con su anterior título «Ya no estoy aquí».

Una vez más, un personaje se ve accidentalmente envuelto en una situación violenta de la que no puede salir, y sus planes para el futuro se desmoronan con una fragilidad desoladora. Otros temas ya transitados vuelven a aparecer: el desarraigo, la globalización, el encuentro de lenguas, lunfardos y una raíz mitológica en el camino del protagonista (antes Ulises y ahora Orfeo).

Juan Pablo (Darío Yazbek Bernal) y Valentina (Natalia Solián) parten a Barcelona, él con la excusa de su doctorado pero, en realidad, bajo las órdenes de un grupo de mafiosos para un proyecto misterioso. Ella, arrastrada por Juan Pablo, sin conocer el trágico trasfondo y sin un horizonte claro. En este viaje, la pareja se encuentra con personajes de distintas regiones, todos construidos sin miedo al estereotipo.

Respecto a eso, mientras en la película anterior había una impronta muy fuerte de oponerse a la pornomiseria como búsqueda narrativa y estética, acá se nota una determinación por problematizar dilemas urgentes sobre la corrección política y la impostura del bien y lo bueno. Es por eso que se reapropia de recursos mal vistos como el estereotipo o la contradicción humana, reconociendo en estos modos un poder de comedia y de identificación.

Es notable la complejidad con la que Frías de la Parra construye puentes y contrapuntos entre sus obras sin caer en redundancias o incongruencias. Este director nos ofrece una obra que se anticipa a ser una de las más lindas de esta edición del festival.