Ramadán y las nuevas costumbres

El pasado jueves 23 de abril se dio inicio al mes sagrado para los musulmanes, para el islam, y que todos los años se realiza durante 30 días con ayuno y rezos. La meca en Arabia Saudita recibe millones y millones de visitantes anuales pero este año nada de eso va a suceder.

El coronavirus llegó para aguar todos los ritos, meterse de lleno en nuestras vidas y arruinar aquello que concentre gente, incluidas las ceremonias religiosas. Los musulmanes, al igual que los demás cultos, tuvieron que modificar algunas costumbres. Sin embargo, de a poco vuelven a las mezquitas, que aún permanecen cerradas.

Nuevas costumbres para festejar el mes sagrado

Acostumbrarse a quedarse en la casa es una de ellas, modificando la tradicional visita a los templos sagrados.

Otra costumbre que se deberá implementar, por lo menos hasta que el fin de la pandemia se avecine, será estar alejados unos de otros, una cuestión que en muchos países que practican este rito es poco posible de ver, por eso entre persona y persona debieron tener un metro y medio de separación. Eso quiere decir que muchos templos recibirán menos gente cuando comiencen a abrir.

En Medio Oriente y en muchos países de Asia y el norte de África el verano se avecina, y quizás eso sea de gran ayuda para eliminar al virus, pero hasta no haber una vacuna los fieles deberán respetar estas nuevas leyes mundiales.

Otro nuevo hábito al que deberán adecuarse será a la hora de comer. Se sabe que en el mes sagrado, también llamado mes del ayuno, las personas no pueden comer hasta que el sol caiga y en aquellas latitudes eso suele ocurrir, aproximadamente, a las 20 horas. Pero eso no es todo, porque luego de finalizado el día se da el tiempo de sentarse a comer un gran banquete que, por lo general, comparten entre muchos. Pero el COVID-19 también arruinó dicho momento hermoso. Debido a esto, muchas costumbres cambiaron pero no su esencia, que sigue siendo la fe al islam, con el sacrificio a través del ayuno y los rezos diarios.

De alguna forma, lo que para nosotros en Occidente nos parecía algo inusitado, era ver a las mujeres tapadas con distintos atuendos según el país y a hombres con túnicas, que actualmente se convierte en una paradoja: todos en esta parte del planeta (y me atrevo a decir en todo el globo) tuvieron que taparse pero ante los ojos del virus. Tapabocas, barbijos y máscaras, todos cubrimos los rostros con algo y solo se asoman los ojos, algo que muchas veces se criticó sobre la cultura en Medio Oriente.

Por estos y tantos otros motivos, el coronavirus cambió no solo nuestra forma de vivir sino también muchas costumbres que afectan, entre otras áreas, a las religiones. La imagen que presenta actualmente la meca en Arabia Saudita da la sensación de tristeza pero, a su vez, refleja la paz con la que los fieles llevan adelante sus tradiciones, allí donde está la tierra sagrada, para esperarlos una vez que esto finalice.

El COVID-19 será recordado por toda la humanidad como una de las peores catástrofes sanitarias en la historia, y también podrá ser rememorado como lo que hizo posible frenar tradiciones religiosas. El gran enemigo de Dios terminó por ser un virus.