Por un momento se temió un regreso a épocas pasadas de 1989 y 2001, que tuvieron graves consecuencias para el país. La noticia se difundía rápidamente: saqueos en tal lado, saqueos por acá, por allá.
Todo comenzó en el sur, en Bariloche, donde el jueves 20 un reclamo por bolsones de comida en barrios periféricos derivó en que la gente ingresara a varios supermercados y se llevaran comida, ropa y electrodomésticos. Luego se empezó a hablar de saqueos en varias localidades del Gran Buenos Aires. Y en los dos días que ocurrieron estos desmanes se sumaban más ciudades del interior como Rosario (donde hubo que lamentar dos muertes) y Tucumán.
Uno de los lugares más afectados fue San Fernando, que hasta entrada la noche del viernes se siguieron viviendo momentos de tensión en las proximidades de un supermercado. Solo la acción de las fuerzas de seguridad evitó que ocurriera algo más que lamentar. Pero esta actitud policial fue una excepción y, de hecho, varios intendentes del conurbano cuestionaron duramente la falta de respuesta de los uniformados para tratar de frenar el accionar de los saqueadores.
Luis Andreotti, intendente de San Fernando, señaló que era como si “la policía provincial y las fuerzas de seguridad nacionales no existían. Hubo una desidia de prevención inmensa”. Además, manifestó que su distrito fue “tierra abandonada, porque nos dejaron la defensa de la ciudad sin policía porque la poca policía y la infantería que vino estaba adentro de Carrefour”.
El jefe comunal de José C. Paz. Carlos Urquiaga, ordenó suspender por varias horas la circulación de las líneas de colectivos para evitar que los secuestraran para llevar gente a saquear supermercados.
Y mientras en algunas localidades ocurrían estos hechos, se empezaba a sentir una especie de histeria colectiva en la que se anunciaban nuevos saqueos que ocurrirían en otros lugares. El miedo a volver a vivir otra vez lo mismo se hacía presente.
Mientras ocurrían, llegaron los clásicos cruces de palabras y de acusaciones. Del gobierno se digitaba a dirigentes sindicales, con Hugo Moyano a la cabeza, como instigadores del vandalismo. El líder de la CGT opositora aseguró que los incidentes fueron “orquestados si no directamente por el Gobierno, por gente muy allegada al Gobierno», y precisó que los desmanes en supermercados ocurrieron en “municipios que no comparten la política” de la Casa Rosada.
Por su parte, Micheli dijo que “nos señalan como que somos los que queremos voltear al Gobierno y nada que ver; cada vez redoblan la apuesta, van con un balde de nafta a apagar el incendio”.
Tras tres días de saqueos hubo 500 personas detenidas, según datos dados a conocer por la CAME (Confederación Argentina de la Mediana Empresa): los daños causados a casi 300 comercios en 40 localidades de todo del país provocó un perjuicio económico de más de 30 millones de pesos.
Analicemos brevemente la situación política en la época de los tres saqueos
A grandes rasgos podemos decir que no es la misma. En el 89 había un gobierno, el de Raúl Alfonsín, que había sido derrotado en las urnas y ya tenía un sucesor a la vista. En el 2001 la administración aliancista había perdido las elecciones legislativas de medio término y en la actualidad el gobierno de Cristina Fernández fue reelecto hace poco más de un año. Claramente son situaciones distintas.
La cuestión social se puso en el tapete y acá debemos ser más cuidadosos. No es el 89, tampoco el 2001, pero se está lejos del paraíso del oficialismo. Basándose en su visión de la situación social los funcionarios del gobierno, entre ellos el jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina, salieron a acusar fuertemente al sindicalismo y a decir que los saqueos estaban organizados y dirigidos por los gremialistas.
Recordemos que, como en los saqueos anteriores, se corrió la voz de que los supermercados harían entrega de bolsas con alimentos a la gente necesitada. Si bien esto puede ser una buena acción, muchas veces suele utilizarse para llevar gente frente a los comercios con la promesa de que se les va a entregar comida. Ante alguna posible negativa es cuando el problema se suscita.
Y acá es donde entra la cuestión de la organización, ya que obviamente alguien le avisa a la gente de estas posibles entregas de comida. Y esta discusión no es menor en el tema de los saqueos. Montados en las genuinas necesidades de la gente, hay quienes aprovechan para realizar robos que nada tienen que ver con alimentos, y lo vemos cuando se llevan equipos electrónicos, televisores y otros aparatos de tecnología.
En este punto es donde debe detenerse la mirada y la atención de los funcionarios y dirigentes. En lugar de, como lamentablemente pasa en la gran mayoría de los temas, dirigirse acusaciones y descalificaciones deberían ver que la situación no es tan idílica como piensan.
Afortunadamente no se produjo el efecto contagio ni se desmadraron los saqueos como ocurrió en oportunidades anteriores, pero los dirigentes políticos, los funcionarios, y principalmente el gobierno, deberían estar atentos para evitar que vuelvan a suceder situaciones como estas.
contamos con vos