Ser artista y negociar con el sistema

Cuáles son las características de nuestros tiempos, es decir, si quisiéramos hablar de la actualidad y, más específicamente, de lo qué le pasa a los artistas o comunicadores independientes respecto a su búsqueda personal, responsabilidad con sus dones y vocaciones, de qué manera podríamos describirlos.

Para empezar, existen diversas preocupaciones en torno a la decisión de ser artista. Una denominación que cada día adquiere más porosidades, porque existen múltiples formatos para investigar conceptos, materiales y sistemas de producción en cuanto a la concreción de una obra.

Hay muchas limitaciones en el camino pero, ante todo pronóstico, seguimos adelante. El siguiente artículo es una reflexión sobre algunos de nuestros miedos y las acciones que podemos tomar para seguir haciendo que las cosas pasen.

El tiempo como fantasma

La mayoría de mis amigos también se dedican al arte, principalmente al teatro, y uno de los factores que nos produce cierta ansiedad es el paso del tiempo. Todavía somos jóvenes, sí (estamos alrededor de los 34 a 38 años), pero es una edad en la que esperábamos haber logrado más cosas, mayor estabilidad económica y proyección profesional.

¿Deberíamos preocuparnos por eso? En el fondo creo que no. Es lo que me digo a mí mismo, porque cuando era un adolescente creía que a los 40 la gente realmente llegaba a la adultez: con familia, hijos y, al menos, un auto. Pues bien, la realidad es otra y eso puede que sea bueno.

La adultez tardía

En tres años cumpliré 40 y siento que mi vida apenas está empezando, que casi tengo la vitalidad de una persona de 20 (casi, tampoco vamos a engañarnos), pero más inteligencia emocional y madurez.

En este sentido, el hecho de que el desarrollo de una vida adulta “estable” se proyecte en la actualidad a mediados de los cuarenta años de edad es una realidad que, quizás, sea más saludable afrontarla sin miedo, ni prejuicios.

Este “atraso” del desarrollo personal en nuestra generación, ocurre por una variabilidad de factores. Entre ellos la migración, las perennes crisis económicas (ya casi normalizadas), la pandemia, la guerra contra el narcotráfico, otros conflictos armados en Latinoamérica y el resto del mundo como, por ejemplo, en Irak.

Todos ellos hicieron que la juventud de los pueblos se ocupe de sobrevivir y, en consecuencia, no de sus aspiraciones profesionales. Algo que, inevitablemente, se paga con la valiosa moneda del tiempo.

Es una vida robada que tratamos de recuperar. Mucho más, si sos parte de una minoría en el sistema, tal y como les pasa a los artistas y a los comunicadores independientes.

¿Cuál es el sentido de la educación?

Una expresión que suele escucharse mucho en cualquier conversación es «estoy cansado». Y esto no solo tiene que ver con la saturada agenda de actividades que todos tenemos sino, más bien, con una sensación física, emocional y psicológica relacionada a la imposibilidad de alcanzar ciertas metas. Algo que, claramente, no solo les pasa a los artistas. ¿Quién no está agotado? Incluso, nuestros padres. Ellos más que nadie. Toda una vida de trabajo y siguen preocupados por su presente y futuro económico.

Qué pasó con el mundo, con las promesas de progreso y abundancia, por qué a su edad deben preocuparse tanto por el dinero. Es ahí cuando veo la hipocresía de los valores de un sistema que te obliga a ser un borrego, a responder correctamente. Cumplir. Consumir. Descartar. Pero nunca a pensar en un modo de vida alcanzable, sustentable y, principalmente, autogestivo.

Por qué nos enseñan a depender de otros, de un sueldo. ¿Es la única opción? ¿Acaso, la mejor? ¿Cuándo vamos a fomentar otras cosas? Como el manejo de nuestra economía, la creación de un capital en base a nuestras habilidades y talentos, las bondades del intercambio y la cooperación. Creo que eso nos ayudaría a tener mejores herramientas para el futuro. Es algo en lo que tenemos que seguir pensando.

Realidades enfrentadas

Entonces, la estrategia que nos queda es negociar. Porque, de lo contrario, la pasás mal. Y acá vuelvo al tema de lo artístico. Cómo monetizo mi búsqueda, mis intereses o talentos. Es difícil, porque la urgencia de las cuentas por pagar y la comida es real.

Así, recaemos en la clásica fórmula de supervivencia: contar con un trabajo que nos sostenga y, al mismo tiempo, desarrollar nuestros proyectos creativos. Sin embargo, parte de la negociación tiene que ver con un cambio de mentalidad desde la sensibilidad artística.

Me explico. Resulta conveniente desdramatizar dicha situación y buscar fórmulas, muy personales, que nos permitan contar con la energía y el empuje necesarios para hacer que esto ocurra de la mejor manera. No es fácil, pero nada lo es. Y, por los vientos que soplan, nada lo será.

Por tal motivo, la negociación debe apuntar a conseguir trabajos que nos conecten, de alguna u otra forma, con nuestros deseos. Por ejemplo, si escribís, quizás, y perdoná el lugar común, las agencias de publicidad pueden ser un espacio interesante para explorar. Siempre y cuando entiendas que no estarás allí con plenas libertades. Las regulaciones y objetivos responderán a otros intereses.

De igual manera, si sos artista plástico (término en desuso), el diseño gráfico es una herramienta coherente para sobrevivir y financiar tu búsqueda como artista. Pero debés evitar el conflicto ético entre tus ideales visuales y las demandas comerciales del mundo marketinero, ya que al ingresar en dichos espacios de laburo tu rol no es hacer arte sino usar recursos estéticos para persuadir, vender y promover experiencias o productos.

Eso no tiene por qué ser malo. Pero es algo muy distinto a construir una voz creadora, lo que no impide que tu desempeño en esta área -el desarrollo de un estilo y la experticia que se adquiere en diferentes campañas y proyectos- sea muy valiosa para un trabajo posterior con infinitas licencias imaginativas que solo gestionarás vos.

Dispositivos multiplicadores

Entonces, a mi modo de ver, nuestra vida, generalmente, siempre fue la misma. Una dicotomía entre el progreso económico y artístico. Lo que diferenciaría a los tiempos que corren de otras eras es la tecnología. Las posibilidades que ofrece como -uno de los puntos que mencioné anteriormente- la autogestión y promoción.

Lo complicado de esto es que tampoco es fácil lograr algo concreto y trascender por medio de ella a través del uso de nuestros maravillosos y adictivos dispositivos móviles. Además de la comparación que hacemos con el progreso de otros y la ansiedad que dicha ilusión nos produce. Aquí me refiero, específicamente, al uso de a las redes sociales, ya que cuando hablamos de tecnología y arte, son muchas otras cosas sobre las que se podría escribir, como la robótica o la nanotecnología. Sin embargo, probablemente, esto sería algo innecesario para los fines reflexivos de esta nota.

Los mundos posibles se construyen con determinación

En fin, que nuestro trabajo como artistas implica tener la capacidad de sostener proyectos personales -aunque se vean interrumpidos de vez en cuando por la vorágine de la vida-, al tiempo que aprendemos a ser profesionales o trabajadores -de igual forma entusiastas y dedicados- en otros campos. Personas capaces de desarrollar múltiples potenciales y hacerlos dialogar con nuestra sensibilidad artística para encontrar el equilibrio.

Porque, si lo hacemos bien, llegará el día en el que seamos capaces de planificar una vida que nos guste. En donde tengamos mayor poder de decisión y menos ataduras. Al menos ese es el plan. Lo importante es no claudicar.