Una de cal, una de arena

Llevo dos días recorriendo la Feria Internacional del Libro. Fui el viernes 28 de abril y el lunes 1° de Mayo, Día del Trabajador, y ya puedo sacar algunas conjeturas acerca de lo que es la edición de este año.

En principio, estuve entrevistando a varias editoriales, entre ellas Big Sur, Mirífica y Un cuarto impropio. Nos contaron que la feria es una gran apuesta. Que ni bien termina la que está en curso, comienzan a planificar lo que será la del año siguiente. Hay muchas expectativas puestas en este evento masivo. Dije ya en una nota para puntocero que para las editoriales la Feria del Libro es la ganancia fuerte del año. Es lo que va a definir la economía del 2023.

Ir a la feria siempre es una alegría. Es una ocasión en la cual uno se arregla especialmente y, si sos fanática como yo, marcás en el mapa las editoriales que querés visitar, hacés una lista de los libros que querés comprar, pero también te dejás sorprender por aquellos títulos que están en exposición y que jamás creíste que llevarías. La feria es un poco eso, ir a buscar lo conocido y toparse con lo desconocido, con lo nuevo.

Pero como todo en la vida, es una de cal y una de arena

No me gusta criticarla porque siento que estoy traicionando mis propios principios, pero también debo reconocer cuáles son las falencias de este año. Los problemas económicos que azotan a nuestro país en la actualidad no son ajenos a una feria que se repite. Y por qué digo que se repite, bueno, porque los stands de las editoriales son exactamente iguales a los del año pasado, porque los libros están puestos de la misma manera que estaban el año pasado, porque muchas editoriales tuvieron que achicarse y otras compartir stand. Un tema aparte son las charlas que se prepararon para este 2023. La falta de figuras internacionales se hizo sentir. Recuerdo otras ediciones en las que tuve la suerte de conocer a Alessandro Baricco, el escritor italiano; a Carlos Ruiz Zafón, el novelista español fallecido en 2020; o al gran Paul Auster, entre otros. Este año no hay muchos nombres de esa envergadura. Sí va a estar Fernando Aramburu, el escritor español de «Patria», que viene a presentar su nuevo libro «Los hijos de la fábula». Teniendo en cuenta que la ciudad invitada de este año es Santiago de Chile, sinceramente esperaba la presencia de escritores chilenos de renombre, como la novelista Isabel Allende.

Es también cierto que la feria fue pensada para un público diferente al habitual, por ende, las charlas también. Este año las acreditaciones de prensa no solo fueron para periodistas sino que se abrió a los bookfluencers. Si tenías más de 3.000 seguidores entrabas en la categoría, y como manifestó el director de Fundación El Libro, Ezequiel Martínez, en el programa radial La Bella y la Bestia, se abrió la puerta a un público diferente, un público joven que también gusta de la lectura y que tiene otra visión sobre el evento.

Acreditar a influencers es asegurarse publicidad gratis. Muchos son convocados, incluso, por editoriales para sumarse a su plantel. Está más que confirmado que trabajar con las redes es una nueva profesión que cotiza en alza.

Por otro lado, nuestros autores y autoras sí estuvieron presentando sus libros, y claramente celebro que así sea, pero la literatura es un poco más que el libro objeto. Hablar sobre literatura, debatir sobre literatura, abre la mente. Escuchar de primera mano hablar sobre la industria nos hace reflexionar. Siento que algo le falta a esta feria, pero que si me preguntan, sigo diciendo que es hermosa, que hay que ir, que hay que visitar los stands, que hay que husmear en las editoriales más pequeñas, porque pueden encontrarse grandes tesoros. Para mí la feria siempre va a ser un lugar de encuentro, un lugar de cultura, un lugar con olor a libros.

Cabe destacar, y estoy segura de esto, un poco por haber charlado con algunos directores de editoriales y otro poco por la simple observación, que hicieron un verdadero esfuerzo para que la Feria del Libro abriera las puertas este 2023.

Es cierto que no se espera el boom de visitantes que hubo el año pasado. Recordemos que durante los años 2020 y 2021, la feria permaneció cerrada por la pandemia y en 2022 la gente se desesperaba por salir a las calles, por participar de eventos, y la Feria del Libro no fue la excepción. Explotó. Los pasillos estaban colmados y superaron ampliamente las expectativas. Este año, la normalidad puede que juegue un poco en contra, sin embargo, el lunes feriado a eso de las 17 horas la Rural era intransitable, eso me puso contenta. Las familias eligieron ver y comprar libros como plan de fin de semana largo.

Tal vez, lo que tengo es melancolía. Recordar viejos tiempos, rememorar ediciones en las que el foco estaba puesto en lo netamente literario, hace que hoy en día sienta que me falta algo. Quizá sea hora de pasar página y entender que la vida avanza a pasos agigantados. Que lo que antes gustaba, hoy tal vez aburre. Sé perfectamente que los clásicos no morirán y siempre van a estar ahí para cuando uno los quiera leer. Hoy todo va a mil por hora y uno debe subirse a ese tren.

Pues, entonces, celebremos los avances, guardemos los recuerdos de otros tiempos para contar como anécdota y aceptemos que este es el futuro. Uno que, espero, siga teniendo al libro como protagonista. En definitiva, como digo siempre, queremos tanto a la feria…