Veinte años no es nada

Casi dos décadas y media después de aquel estreno del Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (BAFICI) y proyección de la singular «76 89 03» dirigida por Cristian Bernard y Flavio Nardini en el 2000, que despertó críticas y elogios por partes iguales, llega a la 26° edición del festival un documental que le rinde homenaje, aborda y profundiza los contextos sociohistóricos de la Argentina del último medio siglo.

De esta manera, «76 89 23» se suma al ciclo del que nuestro país parece resistirse a salir. Lo que empezó en el primer BAFICI vuelve a suceder: entradas agotadas y el «boca en boca» que atrae la polémica e invita a reflexionar, todo rodeado del halo menemista, sorprendentemente vigente.

En esta oportunidad, el director Federico Benoit desarma la producción original con casi medio centenar de testimonios de toda índole (Fernando Martín Peña, María Iribarren, Elizabeth Vernaci, José Tripodero, Guille Aquino, Edi Flehner, los propios Bernard y Nardini, Agustina Kampfer, Victoria Duclós Sibuet, entre tantas otras voces) para analizar una historia de tres jóvenes, que «no merece ser contada». La noche porteña, la patológica obsesión económica del argentino de clase media, el sálvese quien pueda y los delirios de dos realizadores que confirman la genialidad por sobre el capricho (muestra de esto es el decálogo armado para su ópera prima) son solo algunas de las tantas temáticas que se manifiestan, un desafío que Benoit cumple con creces.

Asimismo, contrario al caos organizado reinante en «76 89 03», el documental mantiene un orden que permite hablar a mucha gente sobre muchos temas sin perder el hilo, y es tanto así, que hasta se permite pequeños homenajes y repasar grandes momentos de una producción que no pasa desapercibida en la cinematografía nacional. Mal que pese, la película es un retrato doloroso de parte de nuestra identidad, tal vez la más incómoda. Lejos del mate, el «carajo» como respuesta y los personajes pintorescos de otras realizaciones, «76 89 23» explica sin titubear por qué gobierna la Argentina un personaje nefasto como Javier Milei y por qué tiene millones de seguidores que celebran el odio, la estafa, la mentira como forma de vida, el exitismo de la «guita», la misoginia y, tal vez, lo único que nieguen sea el genocidio cometido por la última dictadura cívico militar.