Woodstock otra vez

Los sucesos que tuvieron lugar durante el festival de Woodstock del año 1999 son el foco de dos documentales recientemente estrenados en plataformas de streaming: «Woodstock 99: Peace, Love, and Rage» (Garret Price, 2021, HBO Max) y «Trainwreck: Woodstock ’99» (Jamie Crawford, 2022, Netflix).

La relación entre ambos se puede trazar no solo en un sentido meramente comparativo que busque similitudes y diferencias sino, también, con el objeto de pensar el lenguaje audiovisual y la subjetividad de un dispositivo que, a veces, se presenta como transparente y objetivo.

Entre el 22 y el 25 de julio del año 1999 en New York se llevó a cabo este evento masivo, organizado por Michael Lang y John Scher, que reunió a casi medio millón de personas y cuyo primer objetivo era replicar la experiencia del festival original de 1969 y, además, capitalizar aún mejor el rédito económico de su edición de 1994, en la que muchas personas ingresaron por el perímetro sin abonar la correspondiente entrada. Lo que sabemos es que durante estos tres días sucedieron decenas de violaciones, abusos, sobredosis, incendios, robos, destrozos, detenciones y la muerte de un joven llamado David G. Derosia.

Lo que estos dos documentales intentan es reconstruir los tres días para buscar una explicación a semejante hecho, entendiendo que tuvo que haber sido la resultante de otros factores.

David Derosia

Ambos documentales cuentan con la palabra de organizadores, prensa, artistas y público. Sin embargo, una de las distinciones primarias está en la selección de puntos de vista. El que le corresponde a Jamie Crawford cuenta con testimonios de asistentes que se asumen como víctimas del evento, amigos de David Derosia relatan cada día hasta llegar al momento en el que lo pierden y comienzan a buscarlo por la zona de acampe, el punto de encuentro y áreas de primeros auxilios hasta dar con la información de su muerte y un parte médico que habla de hipertermia, además de algunos procedimientos médicos confusos. Esto se presenta con una música suave que acompaña el tono dramático, se incluye el momento de quiebre en llanto de quien recuerda.

Por parte del documental de Garret Price, toda la historia de Derosia no está incluida en ninguno de los tres episodios y tampoco se lo incluye en placas informativas al final. Hay, directamente, una omisión del hecho. Los testimonios son de asistentes que recuerdan el descontrol pero asumen otra postura más cercana a la reivindicación de un momento anárquico único en la historia de sus vidas. Por parte de dos varones, reconocen haber sido parte de los instantes de destrucción, robos e incendios con risas y comentarios del estilo «todos lo hacían, entonces nosotros también lo hicimos». El acompañamiento sonoro se compone del repertorio musical de las bandas participantes, lo que genera otro efecto en la recepción: más enérgico y eufórico.

Violencia sexual

Woodstock 99′ también estuvo atravesado por las agresiones sexuales. En la enorme cantidad de material de archivo abundan los cuerpos desnudos, el clima de libertad total y cero reglas, que habilitó al mismo nivel el sexo en público, el exhibicionismo y el consumo de drogas. En ese marco, existe registro que permite ver momentos explícitos de abuso frente al escenario, donde mujeres que decidían quitarse la remera eran avasalladas por manos de personas desconocidas. Durante el evento se reportaron 8 casos de abuso sexual de los cuales 4 se presentaron como violaciones y, a medida que pasaron los días posteriores, aumentaron los números y se estima que fueron cientos.

En este sentido, ambos dedican considerable tiempo a analizar el fenómeno desde una perspectiva de género. Incluyen imágenes, testimonios de testigos directos con historias que son desgarradoras. En la serie de Netflix la extensión permite dedicar mayor tiempo y centrar la atención en confrontar a los organizadores con los hechos. Aquí Michael Lang dice: «No supe de ninguna acusación de violación o ataques a mujeres hasta que terminó el festival. Y la forma en la que trataron a las mujeres fue horrible. Creo que éramos responsables de todos en el predio, así que somos responsables de lo que les pasó a esas mujeres. Pero sucedió en secreto. Pasó en carpas y dijeron que en el medio del pogo, no puedo imaginarlo».

Por su parte, John Scher expresó que «Woodstock era como una ciudad pequeña, a fin de cuentas, diría que probablemente hay más violaciones en cualquier ciudad común. No lo disculpo. Estuvo mal. Fue horrible. Ojalá atrapáramos a todos. Los enviaría a prisión. Pero considerando que había 200 mil personas allí… no fue algo tan llamativo como para causar problemas en el predio, más allá de las víctimas, claro».

Archivo y puntos de vista

Como mencionamos anteriormente, la cantidad de archivo audiovisual y fotográfico es enorme. En ese sentido, «Woodstock 99: Peace, Love, and Rage» se puede pensar como una perspectiva dramática que hace un recorrido cronológico minucioso, detallado y con imágenes fuertes que muestran una perspectiva brutal. Se enfoca en la forma en la que sufrían las personas que asistieron y busca exponer a sus organizadores entre sus propios testimonios y, fundamentalmente, aprovecha el registro de las conferencias de prensa que dieron cada día en donde negaron cada conflicto evidente que sucedía.

Por otro lado, «Trainwreck: Woodstock ’99» aporta mucha más perspectiva de los trabajadores que fueron parte de la organización para intentar ubicar responsabilidades de forma más puntualizada, pero el saldo global recoge el desastre como una anécdota no tan dramática. De hecho, en las placas finales habla de la muerte de Michael Lang tres meses después de la grabación de la entrevista para el documental, mientras el de HBO Max se concentra en el saldo de 44 arrestos, las denuncias de violación y las multas que redujeron las ganancias por el festival a 200 mil dólares.