Adicciones, una mirada diferente

El poder de sanar una adicción está dentro nuestro. La respuesta al «para qué» y al «porqué» de ese hábito incontrolable, también. Es posible frenar «eso que me hace mal, pero que es más fuerte que yo», trabajando nuestras memorias inconscientes desde las cuales están siendo pulsados nuestros hábitos incontrolables.

¿Y si esa adicción la porta un hijo o una hija?

Dejame que te cuente cómo trabajamos este síntoma desde la consciencia, en mi caso, como consultora certificada en bioexistencia consciente (creada por Pablo Almazán y Lucrecia Bianchi). Lo que sigue puede desafiar algunas creencias, pero tu parte más profunda ya lo sabe. Permitime recordártelo.

Antes una aclaración. Cada sociedad define sus adictos y cómo deben tratarse según sus normas y creencias. El paradigma de tratamiento actual suele demonizar a la sustancia, por ejemplo, y acudir a la abstinencia como indispensable para la cura. Sin embargo, las adicciones tienen un bajísimo porcentaje de recuperación.

Asimismo, si comparamos la inversión económica que destina cada sociedad para combatir la adicción, y el bajísimo porcentaje de recuperación, podemos comprender lo lejos que estamos aún de lograrlo. Desde esta mirada, el adicto no solo es discriminado, aislado y estigmatizado sino que, también, se ve afectado su entorno más cercano, enfrentando y desmoronando familias en pleno combate.

Retomemos el pulso de estas líneas que nos permitirán ir un poco más allá. Muchos son los hábitos difíciles de cambiar que gobiernan la vida de todos los humanos, en mayor o menor medida. Así como algunos luchan contra las drogas, el tabaco y el alcohol, otros batallan con el celular, los videojuegos, el azúcar, la necesidad de control o, incluso, el sacrificio excesivo por la familia. En todos los casos, una adicción es hacer o consumir algo que sé que me hace mal, pero que no puedo cambiar.

El verdadero problema es la pérdida de control, ya que no es una elección consciente ni fácil de manejar. En muchos casos, nos acerca a la muerte. Sin embargo, en cada acto adictivo hay una recompensa inmediata relacionada con el placer. De esto se encarga la dopamina (hormona de la satisfacción), aspecto presentado en el octavo libro de Almazán. Esto explica por qué esa pulsión a hacer algo que sé que me hace mal, pero que no puedo evitar.

Aquí llegamos al punto clave: toda conducta adictiva es una búsqueda de placer inmediato, ¿qué hay detrás de esa urgencia? ¿Qué dolor estamos evitando? La recompensa es «ahora», la huida también.

Lejos de llenar un vacío emocional, estamos evitando conectar con un dolor guardado, con una bomba atómica, con un tanque lleno de basura podrida. Emociones dolorosas guardadas, en tanto energía que succiona toda nuestra vida. Entonces, si logramos desactivar ese cúmulo de memorias no resueltas, que sigue afectando nuestra vida sin que lo notemos, se desvanece la búsqueda de una recompensa rápida, instantánea.

¿Cómo lo hacemos desde la bioexistencia consciente? En un camino de consultas, te acompaño a recordar, revivir y reparar ese dolor guardado. No se trata de lo que viviste sino de cómo lo viviste y de la emoción que te guardaste. Trabajando para liberar y sanar tu campo emocional volvés a recuperar el control sobre tu vida. Sobre todo, lográs que tu realidad se transforme, porque ya no gira en torno a todo el dolor guardado. Sabemos que la adicción no es solo un mal hábito o falta de voluntad. Es un síntoma de memorias emocionales y transgeneracionales no resueltas.

Ahora, una vuelta más. Si mi hija/o enfrenta una adicción y eso me preocupa, puedo preguntarme: ¿qué historia emocional se está manifestando a través suyo? Es una oportunidad e invitación para observar en mí qué historia inconsciente está buscando expresarse para ser sanada. No se trata de culpa sino de recuperar el poder para transformar nuestra realidad. Cada adicción implica una historia específica, con patrones y anclajes determinados, personales e históricos. Al sanarla en mí, libero mi universo, porque mi realidad es un reflejo de mi estado interno en base a mi identidad inconsciente.

Cuando nos atrevemos a explorar la raíz emocional, histórica e inconsciente de la adicción en cuestión (que siempre es personal), abrimos la puerta a una verdadera transformación. Si sos padre o madre, esto te brinda la posibilidad de sanar y liberar a tus hijos. Es una herramienta poderosa para acompañar procesos de cambio profundo.

Cuando trabajamos en nuestras propias heridas liberamos la carga que nuestros hijos llevan en su biología y en su campo emocional en el que viven. Se trata de reconectar con quien verdaderamente sos para sanar el dolor y liberar aquello que te mantiene atrapado en patrones destructivos. Desde esta mirada, tu trabajo interno puede no sólo sanar un síntoma (en este caso una adicción) sino transformar todos los aspectos de tu vida, lo económico, la salud y lo vincular, ya que tu universo es creado desde tu identidad inconsciente. Si te resuena esta mirada, date la oportunidad de explorarla. Tu certeza solo te la puede brindar tu propio movimiento.

Artículo elaborado por Analía Bonavena.