Colombia despierta

Miles de colombianos, desde horas de la mañana del 21 de noviembre, se convocaron en varias ciudades del país. 5.000 policías en Bogotá, 12.000 uniformados del ejército nacional, tres helicópteros y más de 100 drones cuidaron la principal movilización en la capital que, según algunos medios, fue vandálica, lamentable y a la represión la llamaron «desmanes». Las transmisiones fueron dirigidas a los actos violentos de grupos aislados que se enfrentaron al escuadrón especial antidisturbios (ESMAD).

Además, según fuentes oficiales solo se reportan 45 heridos, entre los cuales 38 son uniformados. La realidad de las redes sociales y los videos de denuncia es otra. En sus imágenes, medios tradicionales no muestran las movilizaciones en otros puntos del país, la integración ciudadana y cultural o las movilizaciones pacíficas. Se editó la parte de la fuerza de represión, gases lacrimógenos, explosivos y balas que se utilizaron. No se expone lo que duele, solo se cuenta lo que conviene.

El presidente Iván Duque se dirigió al país en una alocución luego de las masivas protestas y aseguró que «los hechos sucedidos con posteridad a la marcha, son vandalismo puro y no obedecen a una libertad popular, ni serán legitimados por el derecho a la protesta». Posteriormente, advirtió que no se permitirán saqueos: «vamos a aplicarles todo el peso de la ley», afirmó.

Los mensajes que los colombianos gritaban en las calles giraron alrededor del rechazo a reformas gubernamentales para flexibilizar el mercado laboral (proyecto de ley 212 en el Congreso de la República); el sistema de pensiones que se quiere privatizar, entrando así en la lógica de la privatización de pensiones; y el cumplimiento de los pactos del 2018 que nunca cumplieron y que tenían como propósito inyectar fondos a las universidades públicas. Y un elemento en el que había sintonía desde La Guajira hasta Leticia, de Buenaventura a Puerto Carreño: la implementación total de los acuerdos de paz.

De esta manera, el paro continúa y convoca a un cacerolazo en la Plaza de Bolívar en Bogotá este viernes a las 15 horas.

Ricardo Murcia, sociólogo de la Universidad Nacional de Colombia, relata cómo se vive el paro nacional. Describe cuáles son las necesidades del pueblo colombiano que hoy generan la movilización. Anticipa que los medios de comunicación mienten y criminalizan la legitimidad de la protesta.

«La persecución al pensamiento crítico es bastante problemática porque se prima los medios de comunicación hegemónicos de la oligarquía. Los medios de comunicación independientes siguen siendo estigmatizados, perseguidos. Los asesinatos a líderes sociales y periodistas no cesan. Unos días antes de la movilización muchos colectivos gráficos, muralistas y de contra información fueron allanados en sus casas bajo falsos positivos judiciales en los que eran sindicados de portación de explosivos. Al ser investigados, solo encontraron overoles, guantes y pinturas. Eso habla de la democracia, de qué tipo de democracia existe en Colombia. Reconocida por otros países como la más antigua de América Latina», detalla Murcia.

Audio completo de la nota