A partir de este jueves en el Cine Gaumont se puede ver el documental de Diego Ercolano, «La Memoria que Habitamos», película enteramente producida por la Universidad de Mar del Plata, en cuyo recinto en el año 1971 se produjo el asesinato de Silvia Filler, estudiante de primer año, en el curso de una Asamblea que se estaba llevando a cabo en el Aula Magna de dicha casa de estudios, momento en el que interrumpen a los tiros terroristas de extrema derecha, integrantes de la Concentración Nacional Universitaria (CNU), una de cuyas balas impacta en el cuerpo de la joven.
Lo que sigue es una minuciosa reconstrucción de ese hecho con la participación de Lila Filler, su hermana menor, y del periodista e investigador Federico Polleri.
Polleri se adentra en el claustro universitario y propone a los estudiantes que cursan en la actualidad la carrera que participen de esta vivencia emocional. De esta manera, comienzan los alumnos a transitar mediante improvisaciones el día del hecho trágico, las vicisitudes de la asesinada por asistir a esta convocatoria, los posibles diálogos que se pudieron haber mantenido en la víspera y la preparación de la emboscada por parte de la patota extremista.
Asimismo, se realiza un minucioso proceso de acondicionamiento del lugar en el que se llevaron a cabo los hechos, mediante la colaboración de un equipo que, con fotos en blanco y negro de la época, serrucha gradas, pinta paredes, coloca carteles, reescribe pintadas, para poder retrotraer la memoria y la acción a 50 años atrás.
La cámara va guiando a quienes participan de este proyecto, y a los espectadores del film claro está, a ese hecho categórico, contundente, que marcó un hito en la ciudad de Mar del Plata en esa década, mediante una deliberada toma de posición a favor de la condena de los delitos de lesa humanidad.
Uno de los asesinos, Ullúa, detenido en Campo de Mayo en el momento de la filmación, alegó durante la entrevista para este film, no recordar lo que sucedió, brindando versiones borrosas sobre sus recuerdos.
A esta imprecisión, a esta burla a la fidelidad de los hechos históricos, a esta zancadilla a la realidad social y política por parte de sus asesinos, Ercolano le opone firmeza, minuciosidad, homenaje, y emoción, y nos invita a ser parte física y testimonial de esa asamblea, para poder sumarnos a esa memoria colectiva y honrar la desaparición de Silvia.