Juegos de rol: mujeres en pantalla

Continuamos con el objetivo de incorporar una mirada con perspectiva de género a las últimas producciones de cine argentino y, esta vez, recopilamos algunos estrenos de septiembre de 2020 para repensar el rol de los personajes femeninos en cada película.

Una de las primeras películas estrenadas el mes pasado fue «Karakol«, dirigida por Saula Benavente. La historia se centra en Clara (Agustina Muñoz), cuyo padre murió y en medio de la neurosis familiar generalizada descubre una serie de pistas que la llevan a un lago remoto en Tajikistán, donde parece haber un secreto oculto por su padre. En esta película podemos ver un balance de personajes femeninos y masculinos donde lo importante es que cada uno tiene un carácter bien delineado y no parecen estar condicionados a estereotipos de género sino, más bien, a arquetipos familiares. Vale agregar que resulta una bocanada de aire fresco que la protagonista sea igualmente un personaje femenino que, además, viaja hacia lo desconocido y construye sus propios secretos. Y es interesante que el género no impidió que se construyera una relación de espejo respecto de la figura masculina de su padre.

Otro de los títulos de septiembre fue «Lejos de casa», dirigida por María Laura Dariomerlo. En esta película, Florencia (Cumelén Sanz) es una estudiante de fotografía muy joven con algunos signos de adicción al alcohol y drogas. Su padre desbordado decide llevarla a vivir con su madre por un tiempo en Arenas Verdes, quizás como un intento de que otro ambiente la desintoxique. Ana Celentano interpreta a esta otra mujer que, por no hallarse en el rol de madre, termina por ausentarse de la vida de su hija, una acción generalmente asociada a los padres. Mas allá de que narrativamente la película tiende hacia los lugares seguros y las resoluciones comunes, es interesante recordar que la incorporación de una perspectiva de género activa en la creación de historias implica también dar lugar a personajes con contradicciones. Si retomamos esa frase de Angela Davis, ya casi slogan, de que «el feminismo es la idea radical que sostiene que las mujeres somos personas», debemos asumir que, como tales, hay mujeres de todo tipo y no solo buenas, fuertes, heroínas, revolucionarias.

«Giro de ases«, dirigida por Sebastián Tabany y Fernando Díaz cuenta la historia de Martín (Juan Grandinetti), un practicante de magia con cartas que una noche conoce a Sofía y se enamora a primera vista, lo cual va a cambiar su ilusionismo de forma radical. Pese al disgusto personal respecto de esta producción por motivos que fueron desarrollados en la nota específica sobre la película, hay que reconocer que es evidente una búsqueda por naturalizar los roles y las características de cada personaje. Los directores claramente crearon un universo de personajes diversos cuyas orientaciones sexuales, de género y de más no eran relevantes para la acción dramática, pero existen y se desenvuelven con libertad. Esta cuestión, que podía pasar casi desapercibida gracias a no estar subrayada, se hizo más evidente a partir de una entrevista bochornosa que titulaba al personaje que interpreta Thelma Fardín como «una maga lesbiana» y hacía referencia a la denuncia por abuso sexual que hizo hace algún tiempo. Sobre esto podemos reflexionar el rol de la prensa que funcionó como oposición a que Thelma pueda volver a trabajar sin ser revictimizada y que exista en una película un personaje LGBTIQ+ sin ser anunciado con bombos y platillos como si eso fuera lo único que define al personaje.

Y en el plano opuesto de todos los intentos de las demás películas tuvimos el estreno en Netflix de «Corazón Loco«, dirigida por Marcos Carnevale. La voz de Fernando Ferro (Adrián Suar) nos introduce en la película, se presenta a sí mismo con una característica muy particular y es que, según él, su corazón tiene la capacidad de amar más que el de cualquier otra persona… en consecuencia, lleva una doble vida: de lunes a jueves su esposa es Paula (Gabriela Toscano) y vive en Mar del Plata y de viernes a domingo vive con Vera (Soledad Villamil) en Buenos Aires. Ninguna sabe de la existencia de la otra. La nueva producción en manos de Carnevale parece prehistórica, se sube a todos los estereotipos de género y de clase que puede y su intento de aggiornarse en algunos detalles destila una lectura delirante y resentida de la actualidad. Desde el momento en el que se lanzó el teaser podíamos ver una manifestación «feminista» con carteles que expresaban que la poligamia es machismo y cuestiones del estilo. El arco dramático de los personajes femeninos las ubica primero como ingenuas y luego como locas desquiciadas, pero no se ocupa siquiera de construirles una personalidad, lo cual no solo degrada a la idea de «la mujer» como el sector representado por estos personajes sino que degrada a sus propias actrices cuando las ubica como maquetas funcionales.