La guerra alimenta el hambre

La violencia es uno de los principales «combustibles» para el crecimiento del hambre. Esta conclusión fue compartida por el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para la Prevención y Respuesta al Hambre.

La entidad advirtió este jueves que «los conflictos armados destruyen los sistemas alimentarios, destrozan los medios de subsistencia y expulsan a la gente de sus hogares, dejando a muchas personas en situación de extrema vulnerabilidad y hambrientas. A veces estos efectos son consecuencia de la guerra, pero con demasiada frecuencia se infligen de forma deliberada e ilegal, y el hambre se utiliza como táctica de guerra», en palabras de Reena Ghelani, coordinadora de la ONU.

Precisamente, siete países padecieron los efectos alimentarios de los conflictos armados en la población en 2022 y permitieron al organismo analizar sus consecuencias. Entre estos se pueden citar a Afganistán, Haití, Somalía, Sudán del Sur y Yemén, que afectaron a más de 250 millones de personas, «la cifra más alta registrada en los últimos años». Además, agregó que el cambio climático y las crisis económicas suman agravantes a este presente. «Cada vez más, el cambio climático se está convirtiendo en un factor que multiplica las amenazas. A medida que la presión sobre el agua y otros recursos naturales aumenta la competencia y los desplazamientos, se extienden los conflictos y el hambre», expresó Ghelani, y advirtió que «es preciso renovar el compromiso en favor de la paz a través de un sistema multilateral revitalizado en el que los gobiernos, las Naciones Unidas y las organizaciones regionales trabajen codo a codo».

Finalmente, la referente identificó 5 «aspectos fundamentales para reducir el sufrimiento de las personas y prevenir la hambruna». Estas son «garantizar que las partes en conflicto respeten el derecho internacional humanitario, aprovechar mejor los mecanismos de alerta temprana existentes, encontrar formas audaces y creativas de mitigar el impacto de la guerra en los más vulnerables, colocar a las mujeres y las niñas en el eje de los empeños, y proveer una financiación humanitaria adecuada».