Maduro con ojos venezolanos

Desde hace mucho tiempo, Venezuela está en el ojo de la tormenta por la crisis social, política y económica que atraviesa. Acusaciones de dictadura y manipulación de las instituciones, lanzadas por la oposición, son contrarrestadas por los funcionarios gubernamentales que afirman que las instituciones funcionan. ¿Pero cómo ven los militantes opositores que siguen en Venezuela lo que denominan la lucha contra un régimen dictatorial?

«En ningún momento creí en el proceso chavista», así tajante es la respuesta de Andreris Gavidia, militante de Voluntad Popular. «Nunca se avaló en mi casa el gobierno de Chávez», añade y remarca que «desde tengo uso de razón he luchado en contra del gobierno, siempre. Desde que el gobierno le impuso la primera sanción estoy con Leopoldo López y sus ideales». Precisamente, junto a López comenzó Gavidia su militancia política. «Milito desde muy joven, estoy en la calle desde los 14, 15 años», señala este joven de 29 años, y precisa que su impulso a la política surgió cuando en el año 2007 se cerró el canal RCTV (Radio Caracas Televisión).

Este avance chavista sobre los medios también fue lo que motivó el despertar de la conciencia política de Asdrúbal, otro de los venezolanos exiliados en Argentina. «Cuando cierran RCTV, un medio de mucha trayectoria, empieza despertarse mi conciencia política. Ya en ese momento creía que debía terminar. Chávez intenta una reforma constitucional en 2007 que lo ayudaría a perpetuarse en el poder y ver eso fue algo tremendo. No ganó el referéndum que necesitaba, pero al final impuso su reforma en 2009», explica Asdrúbal.

«Orgullosamente puedo decir que nunca milité en el chavismo ni estuve cerca del chavismo», expresa Jesús Silva, otro militante de Voluntad Popular, aunque reconoce que «el proyecto con el que Chávez ganó en 1998 tenía cosas y aspectos importantes que resaltar» y subraya que Chávez fue electo democráticamente y un país «con un orden democrático establecido, con instituciones funcionando, ejerció su derecho al voto y le dio su confianza a Chávez, que vendió un proyecto ambicioso con un fuerte acento nacionalista e hizo una serie de ideas, de propuestas que el pueblo compró». Este militante sostiene que desde 2003 el «modelo, el proceso, llamado Socialismo del Siglo XXI se fue tergiversando, perdiendo el norte, y terminó siendo un gran fracaso. Se hablaba de inclusión, de superar la pobreza, de una economía de libre mercado ya también mixta. donde se fortaleciera el sector privado y el público estuviera en sectores estratégicos de la economía. Todo eso se quedó en el olvido» y «se fue instalando un aparato político de represión y persecución, un gobierno que hablaba de socialismo solo en el discurso pero que generó más pobreza y desigualdad en la sociedad. Como ejemplo de lo sucedido con la industria que el chavismo terminó de quebrar, desinstalar, aniquilar la industria venezolana» como lo que ocurrió con la empresa estatal petrolera PDVSA, «ejemplo en el mundo como petrolera que hoy está endeudada y no opera con taladros propios sino rusos y chinos que pidieron prestados. Está prácticamente en quiebra por ser usada como empresa política partidaria del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV)».

El respaldo inicial a Chávez, basado en sus propuestas, también incluyó a Lysbeth Utrera, que comenzó su militancia a los 11 años en la Juventud Comunista, quien fue fundadora del MAS y como concejal de ese partido apoyó la primera candidatura presidencial de Chávez. Hoy a los 63 años asegura que «el chavismo no fue nunca determinante en mi postura política, mi convicción y lucha social data desde mucho antes de la aparición de Chávez en la palestra pública», y a los dos años de iniciado el mandato de Hugo Chávez se distanció de ese proceso.

Otro de los motivos que menciona Silva para su oposición al chavismo es la situación actual de la juventud venezolana «que ve cercenados sus derechos y no se puede desarrollar como quisiéramos, no puede pedir un crédito para comprar una casa, un auto. No puede encontrar un trabajo digno el que se gradúe en la universidad en lo que estudió. El que no, está condenado a trabajos de 2,5 o 3 dólares de salario».

¿El diálogo es la salida?

Muchas veces vemos que se iniciaron o se intentaba negociar ente el oficialismo venezolano y los dirigentes opositores. Sin embargo, todavía no se ve un camino en pos de una solución. Silva considera que «las conversaciones, el diálogo entre políticos siempre son necesarias, sean de distintas visiones, posturas, ideologías. Sin embargo, quienes hacemos política dentro de la oposición en Venezuela hemos agotado todas las mesas de negociaciones porque creemos en el diálogo, somos hombres de paz que queremos una salida pacífica, pero ha quedado claro que es un gobierno que no quiere salir del poder democráticamente, que ha enquistado en el poder al punto de secuestrar los poderes independientes, de cercenar el derecho a votar libremente, a manipular elecciones, desde el interno de los poderes manipular leyes».

Por su parte Gavidia, si bien considera que «las negociaciones se tienen que dar, porque esto no se aguanta más», no descarta otra salida como acudir al TIAR (Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca), «una intervención militar, una negociación a través del voto, del cese de la usurpación. Juan Guaidó ha dejado en claro que se necesita el cese de la usurpación del gobierno y para eso se tienen sobre la mesa todas las opciones». Gavidia remarca que le etapa más conocida de la llamada Operación Libertad «tuvo sus efectos positivos y negativos. Hoy tenemos 64 países sentados en el grupo de Lima conversando sobre la liberación de Venezuela, 64 gobiernos respetables en el mundo que ven esto como una dictadura. Los aliados del dictador Maduro asumen que hay una crisis humanitaria y que tiene que haber una resolución. La Operación Libertad ha logrado que el mundo esté sobre nosotros buscando la manera de lograr el cese de la usurpación» y, sin embargo, no cumplió su objetivo principal, ya que «no tuvo el apoyo militar y no se pusieron del lado del pueblo, el éxito hubiera sido que todos los militares de alto rango se hubiesen puesto del lado correcto de la historia».

La futura Venezuela

Según afirma Gavidia, la lucha es por «los ideales de una mejor Venezuela, que los derechos sean para todas las personas. Que la gente pueda vivir bien, donde todas las personas tengan los mismos derechos y las mismas oportunidades de crecimiento a través de su trabajo. Esa es la Venezuela que sueño, es la que todos los venezolanos soñamos. Espero que sea la Venezuela que construyamos cuando cese la usurpación».

En el mismo sentido, Silva señala que la pelea es «para enarbolar la bandera de la libertad retomando los canales democráticos enrumbando a un futuro glorioso y exitoso es necesaria la lucha desde adentro. Es fundamental, vital para la nación, la lucha que estamos dando quienes nos mantenemos en Venezuela, haciendo la militancia política, los trabajadores, los empresarios que siguen creyendo y apostando en nuestro país». La mayoría del país «está volcado a salir de esta tragedia, en lograr el cambio político que nos permita a nosotros dar los pasos acertados en lo económico y lo social para superar esta tragedia a la que nos ha llevado el gobierno de Nicolás Maduro. Más del 85% de los venezolanos quieren un cambio y ven en Guaidó a un joven que las circunstancias de la vida lo han puesto en un papel histórico en lo que es el presente y lo que será el futuro de la Nación. Representa la voluntad de cambio del pueblo, el futuro, la esperanza de los venezolanos emigrados y los que estamos aquí dando la lucha, la batalla», sostiene Silva.

De forma más enfática, Utrera manifiesta que «hay que luchar hasta que se vayan ellos y tengo mucha fe que lo vamos a lograr» y remarca que «el solo hecho que el régimen esté considerando ir a unas elecciones presidenciales ya es un avance muy importante para nosotros».

Respecto a la solución para esta crisis, Gavidia considera que «no está en manos exclusivas de los venezolanos, dependemos del mundo. Los venezolanos hacemos lo propio: protestamos, salimos, luchamos y arriesgamos nuestras vidas y esperamos que el mundo nos ayude. Eso es lo que debería pasar, que el mundo nos ayude a salir de esta catástrofe antes que mueran más personas. Estoy de acuerdo con el bloqueo al régimen, pese a algunas de las consecuencias. El pueblo sudamericano, el mundo, necesita que esta plaga, esta miseria de gobierno se extermine». Su colega partidario señala que la lucha interna, de los empresarios, los estudiantes, de los que aún están en el país va a «lograr el cambio político que nos permita a nosotros dar los pasos acertados en lo económico y lo social para superar esta tragedia a la que nos ha llevado el gobierno de Nicolás Maduro. Guaidó representa la voluntad de cambio del pueblo, el futuro, la esperanza de los venezolanos emigrados y los que estamos aquí dando la lucha, la batalla. Tenemos la esperanza que Venezuela va a salir de esta situación, la vamos a superar. Estamos convencidos que vamos a salir porque contamos con el apoyo internacional y, además, el venezolano que está en el exterior sigue apoyando, empujando desde su trinchera, desde donde se encuentre, para que el país pueda salir de esta situación tan vergonzosa». La consecuencia de esta lucha, en palabras de Silva, es «enrumbarnos en el fortalecimiento de las instituciones públicas, democráticas que preserven la democracia venezolana pero además ir hacia un gran futuro de prosperidad económica y social que le espera a Venezuela».

La diáspora

Ambos militantes de Voluntad Popular también se refirieron a la situación que enfrentan los exiliados venezolanos. Gavidia cree que, de culminar el proceso chavista, dentro de la diáspora venezolana «hay muchos intelectuales, gente de bajos recursos que hoy están haciendo su vida en otro país» y que la mitad de la gente sigue su vida en el extranjero «y la otra viene a reconstruir Venezuela. Mi país es maravilloso con todo el desastre que hay. Su clima, la gente, las familias. Somos muy familieros, darle un abrazo a tu abuela, estar el domingo haciendo una sopa, un sancocho. Por eso regresarían muchos compatriotas a levantar esto. Pero muchos se quedarían por su estabilidad económica, por su situación de alimentos, por sus hijos». Silva estima que no hay un venezolano que siga en su país que no tenga al menos un familiar «fuera de nuestras fronteras. Hace 10 años se le anunciaba al mundo que Venezuela iba enfilada a un fracaso, a un quiebre económico a una situación social precaria que terminó trayendo una crisis humanitaria. Tengo dos primos en Argentina graduándose uno de ingeniero en sistemas, el otro de abogado. Recién graduados se fueron a buscar oportunidades para desarrollarse». «En algunas oportunidades me han manifestado que salga del país, que emigre», remarca Silva, pero la convicción por la militancia política lo atrapa y lo mantiene firme en esta lucha. «Si todos emigramos, ¿quién va a dar la lucha, a enarbolar las banderas de la democracia y la libertad que enarbolaron nuestros padres fundadores Sucre, Bolívar, Miranda, Rivas?», se pregunta.

No sabemos lo que deparará el futuro, la realidad suele tomar rumbos inesperados, lo que si es cierto es que Venezuela es un país que en palabras de sus militantes y ciudadanos fue «de los primeros en América Latina en levantar las banderas de la democracia, ejemplo cuando otros países estaban pasando dictaduras de derecha o de izquierda», que gozó de «cuatro décadas de democracia que, con aciertos o con errores, dieron avances económicos, tecnológicos, sociales» y no tendrá una salida mágica, que llevará mucho tiempo para que vuelva a ser la Venezuela que sus emigrantes añoran.