La amplia brevedad de «Shakti»

En el Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (BAFICI), dentro de la competencia de Vanguardia y Género hay 20 minutos de cine argentino que se destacan: el cortometraje de Martín Rejtman, «Shakti».

Martín Rejtman fue el precursor y uno de los más destacados directores del Nuevo Cine Argentino, esa corriente estilística que marcaba los 90′ e inicios del 2000. Además, lo realizó con un sello propio e inconfundible.

El mismo día en que muere su abuela, Federico decide separarse de su novia que, con un giro inesperado, ella lo deja a él y mediante pequeñas acciones consecuencias inicia un recorrido a través de su nueva y antigua cotidianidad.

Con el minimalismo que lo caracteriza, Rejtman se mete con todas las costumbres que puede y parodia las ironías de las tradiciones en sus rituales.

«Shakti» comienza con esta separación fallida que lleva al personaje a un duelo que no esperaba y, como en los peores momentos de cualquier persona, la familia acude con el plan de rescate estándar: limpiarle la casa e invitarlo a hacer cosas. Se retrata también el típico espacio de esas terapias que no funcionan pero que siguen ahí, sistematizadas y cronometradas.

Asimismo, la familia y la religión se revisan con un humor monocorde y seco, como todas las santas instituciones, repletas de ironías que las hacen menos solemnes y sagradas de lo que a veces pretenden ser.

Este cortometraje es un lujo de Rejtman, una historia liviana pero con mucho contenido, humor y siempre con vanguardia.