Pensar en un trasplante es inimaginable, sin embargo, hay muchas familias que transitan esta situación de diferentes maneras, algunas muy acompañadas, otras como pueden.
Es doloroso para los padres ver a su hijo/a transitar el camino, primero del diagnóstico de la enfermedad, algo no esperado, no planeado ni deseado. Luego de pasar por varias etapas desde el enojo a la aceptación, que debe ser rápida para poder accionar y acompañar las decisiones médicas. Llega la novedad que hay un camino que es el trasplante para mejorar la calidad de vida del pequeño integrante. Allí comienza otra etapa, si se trata de un autotrasplante o de la necesidad de búsqueda de un donante, o entrar a la lista de espera.
Mientras tanto, las emociones de los integrantes del grupo familiar, independiente de tipo de trasplante, van cambiando y mucho más las emociones del paciente pediátrico.
¿Cómo colaboramos para afrontar este momento?
Tenemos que tener en cuenta que, aún siendo niños, los pacientes que van a ser trasplantados necesitan una anticipación de lo que vendrá. Para ello, la información debe ser acorde a su edad y esto permite disminuir la angustia y genera confianza para aceptar el tratamiento.
En esta etapa es importante reconocerse como familia y padres, ya que son los mejores conocedores de sus hijos. Saber que la familia y, especialmente los padres o quienes ocupen este rol, son las figuras principales para acompañar y sostener al niño. Que tenemos que ser fuertes y estar bien porque la forma en que los niños enfrentan las situaciones depende de cómo los adultos referentes lo realizan.
Las exigencias son muchas para quienes desempeñan el rol de los adultos a cargo, ya que puede implicar diferentes situaciones externas para enfrentar como conflictos laborales, pérdida del pago del día, los otros hijos, si los hay que también necesitan de la presencia de sus padres, pagar viajes, comidas, y otras situaciones más.
Aquí hay que entender que, si los niños los sienten tristes o angustiados, ellos se darán cuenta rápidamente y también lo estarán. Entonces, lo que hay que intentar hacer es proteger al paciente pediátrico de esas preocupaciones para que siga siendo un niño, que está enfermo, sí, transitando un problema de salud, sí, pero cuidándolo como el niño que es y posibilitando que pueda pasar de la mejor forma el tiempo del trasplante.
Artículo elaborado por Sonia Acosta.
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