Las voces de la geopolítica

La semana pasada se celebró en la ciudad estadounidense de New York la Asamblea General número 78 de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la cual tuvo varias características distintivas.

Fue la primera vez que estuvo presente el jefe de Estado ucraniano, Volodimir Zelenski. También fue una asamblea que contó solamente con uno de los cinco mandatarios de los países con asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU: solo Joseph Biden de Estados Unidos (ni el francés Emmanuel Macron, el chino Xi Jinping, el ruso Vladimir Putin ni el británico Rishi Sunak).

Por último, pero no por ello menos importante, marcó el regreso de Lula da Silva, presidente de Brasil, tras más de 10 años, periodo en el cual fue perseguido judicialmente, encarcelado y proscripto. “El neoliberalismo agravó la desigualdad económica y política que hoy asola a las democracias. Su legado es una masa de desheredados y excluidos. En medio de sus escombros surgen aventureros de extrema derecha que niegan la política y venden soluciones tan fáciles como equivocadas”, afirmó el Jefe de Estado de Brasil, primer orador del encuentro.

Lula pretende lanzar una campaña global contra la exclusión y el hambre, desde diciembre próximo, cuando asuma la titularidad del G20. Es un proyecto que viene delineando desde antes de ganarle a Jair Bolsonaro en las elecciones presidenciales de 2022 e, incluso, habló dos veces con el Papa Francisco en el Vaticano sobre el tema.

Además, alzó nuevamente la voz en forma explícita contra las directrices de los principales organismos multilaterales de crédito que ahogan a los países del llamado Sur Global. Es «inaceptable» la representación «desigual y distorsionada existente en la dirección del FMI y el Banco Mundial», dijo Lula. En ese contexto, destacó a los BRICS como “una plataforma estratégica para promover la cooperación entre países emergentes”.

Por otra parte, y como no podía ser de otra forma, tuvo un lugar protagónico el conflicto de mayor trascendencia en la geopolítica universal desde hace más de un año y medio, que es la guerra ruso-ucraniana, desatada con la invasión ordenada por Putin en febrero de 2022. “Rusia cree que el mundo se cansará y le permitirá brutalizar a Ucrania sin consecuencias. Pero les pregunto esto: si abandonamos los principios básicos de la ONU para apaciguar a un agresor, ¿puede algún Estado miembro de este organismo sentirse seguro de que está protegido? Si permitimos que se desmiembre a Ucrania, ¿está asegurada la independencia de alguna nación? Sugiero respetuosamente que la respuesta es ‘no’”, expresó Biden.

Las novedades en el frente de batalla de las últimas horas es el ataque con misiles por parte de las fuerzas ucranianas a la sede de la flota rusa en el Mar Negro, más precisamente, en la ciudad de Sebastopol. Y en el plano político, uno de los principales aliados de Volodimir Zelenski, Polonia anunció que dejará de enviarle armamento, como consecuencia de la crisis por la exportación de productos agrícolas. Si bien no están claras las consecuencias de esta decisión, indudablemente, es un golpe para las aspiraciones de Ucrania.

Una de las declaraciones más crudas y resonantes de la asamblea fue, precisamente, la de Zelenski. “Desafortunadamente, varios grupos terroristas abdujeron niños para poner presión en sus familias y sociedades. Pero nunca antes el secuestro masivo y la deportación se había vuelto parte de una política gubernamental. No hasta ahora. Sabemos los nombres de decenas de miles de niños y tenemos evidencia de cientos de miles de otros secuestrados por Rusia en los territorios ocupados de Ucrania, y luego, deportados”, acusó.

Otra voz que se pronunció al respecto, con una visión distinta y de carácter crítico respecto a las potencias occidentales, fue la del presidente de Colombia, Gustavo Petro. “Nos hemos dedicado a la guerra, nos han convocado a la guerra, a Latinoamérica la han llamado para entregar máquinas de guerra, hombres para ir a los campos de combate; se olvidaron que a nuestros países los invadieron varias veces los mismos que ahora hablan de luchar contra invasiones», criticó el Jefe de Estado colombiano, y añadió que «se olvidaron que las mismas razones que se expresan para defender a (el presidente ucraniano, Volodimir) Zelenski, son las mismas razones con las que se debería defender a Palestina”.

Además, se refirió a la crisis climática y propuso lo que denominó un “Plan Marshall para la revitalización del planeta”. Dijo Petro: “La mayoría de la inversión para descarbonizar la economía del mundo provendrá de los fondos públicos, del esfuerzo de las sociedades, de juntar los estados para juntar la humanidad, que ahora llaman el multilateralismo, de gobernar la tierra con la mirada de la democracia y no con la mirada del imperio”.

Para finalizar esta columna, resulta interesante agregar las palabras que dirigió el secretario general de la ONU, el portugués Antonio Guterres: “Nuestro mundo se está desquiciando. Las tensiones geopolíticas están creciendo. Los desafíos globales están aumentando. Y parecemos incapaces de unirnos para responder. Nos enfrentamos a una serie de amenazas existenciales, desde la crisis climática hasta las tecnologías disruptivas, y lo hacemos en un momento de transición caótica”. Una declaración emblemática de la impotencia que caracteriza en este momento histórico, y desde hace tiempo, al deteriorado entramado de organismos internacionales, con la ONU a la cabeza.