Medir la armonía con la naturaleza

La conversación ambiental, a menudo, nos sumerge en cifras que alertan: límites superados, daños irreversibles. Internalizamos la narrativa de la restricción, de frenar lo que destruimos. Pero, ¿y si enfocamos la mirada de otro modo? ¿Qué pasaría si, en lugar de solo medir el declive, empezáramos a cuantificar la armonía que construimos con nuestro planeta? Esta es la tensión central que nos interpela hoy: la visión de solo contener el daño frente a la posibilidad de una prosperidad compartida entre la humanidad y toda la vida en la Tierra.

La urgencia de un nuevo enfoque

Durante años, el diálogo global sobre el ambiente se centró en metas de reducción, límites de emisión y listas de especies en riesgo. Fijamos objetivos, sí, pero el desequilibrio persiste. La biosfera, nuestro hogar compartido, muestra señales claras de estrés. Esta realidad, aunque innegable, a menudo nos paraliza. ¿Cómo actuar cuando la escala del desafío es tan inmensa? Sentimos la urgencia, pero la vía de la prohibición, por sí sola, parece insuficiente para un cambio profundo y duradero. Necesitamos una guía que no solo nos muestre lo que debemos evitar sino, también, lo que podemos crear juntos.

El índice de relaciones con la naturaleza: nueva brújula

Frente a este dilema, emerge una propuesta ambiciosa, muy reciente, inspirada en un modelo que ya transformó el desarrollo: el Índice de Desarrollo Humano (IDH). Este marco, al medir y promover las capacidades que permiten a las personas vivir la vida que valoran, impulsó décadas de progreso social. Ahora, imaginemos aplicar una lógica similar a nuestra conexión con el planeta.

De la mano de la reconocida investigadora argentina Sandra Díaz y un equipo internacional, se presenta el Índice de Relaciones con la Naturaleza (IRN). No busca evaluar el estado de la biosfera sino medir el avance de las naciones hacia relaciones mutuamente beneficiosas entre nosotros y el resto del mundo vivo. Es un cambio de paradigma: de la limitación a la cocreación, del daño a la prosperidad mutua. La intención es que este índice hable en un lenguaje que la gente comprenda y valore ampliamente.

Co-crear el futuro

El camino no es sencillo. Implica un proceso abierto, con consultas a expertos, pruebas piloto internacionales y el desarrollo minucioso de indicadores que capturen esta nueva métrica. Sin embargo, la oportunidad de impulsar un mundo donde la humanidad prospere junto con la vida en la Tierra es demasiado valiosa para no explorarla. Es el momento de dejar atrás la lógica del daño y unir fuerzas para crecer juntos.