Música y salud mental

La pandemia había sido declarada. En Europa caían como ejército vencido primero los ancianos y después los convalecientes. El sistema sanitario estaba colapsado. Las noticias no eran alentadoras y el virus se desplazaba con la misma velocidad que los pasos humanos.

Es una guerra sin armas y sin ejército. En Latinoamérica se activan los primeros protocolos. En el frente de batalla el personal de salud, por años relegado y desvalorizado, espera atento y aprende de sus colegas que luchan en el Viejo Continente. Diarios de diferentes partes del mundo reportan cantidades garrafales de víctimas, entre ellas, dos enfermeras que ante la escena dantesca de muerte masiva se suicidaron. «Desde que se le prohibió la entrada a los familiares de los residentes al geriátrico y se han tomado medidas extremas, los compañeros no sonríen, los residentes están confundidos y todo se tornó frío y distante. Las medidas de distanciamiento social afectaron nuestro ánimo y se acabaron las muestras de afecto y de cariño», dice Yisel Velandia, enfermera que por más de 6 años ve la muerte de frente, no solo asistiendo al adulto mayor sino también en el servicio de urgencias de la Clínica Cafam Floresta en Bogotá, donde trabajó 8 años. En ese entonces, el contexto era de una capital violenta y fue testigo de la llegada de la «influenza porcina», más conocida como AH1N1.

Aprender de las crisis

En abril de 2009 la Organización Mundial de la Salud (OMS) anunció el desarrolló en la región de las Américas de una nueva enfermedad, originalmente denominada como «influenza porcina», esta patología producida por el virus de la influenza A, de la cepa H1N1, rápidamente se convirtió en epidemia y en menos de dos meses de evolución pasó a ser pandemia, afectó a los 35 países y territorios de las Américas y estuvo presente en todos los continentes.

Bogotá se encontraba con su sistema de salud colapsado y ella, como muchos profesionales, se encontraba en el frente de batalla, al igual que hoy. Yisel recuerda que en esa oportunidad el cansancio y el dolor de la muerte no hacían flaquear los ánimos, porque podían juntarse y darse ánimo. Era otro el mecanismo de trasmisión del virus y los protocolos eran estrictos pero permitían ciertas muestras de cariño. Para mitigar las consecuencias psicológicas que causaba la sobrecarga de trabajo, la presión de ser responsables de vidas y la muerte inminente, se creó un sistema de pausas activas que invitaban a los profesionales a bailar al ritmo de una canción y realizar ejercicio durante un tiempo determinado durante la jornada laboral. «Recuerdo que a pesar del cansancio, varios compañeros reíamos de la coreografías y bromeamos de las compañeras que no sabían bailar. Era un momento de desconexión total», asegura entre risas la enfermera, que hoy implementa con algunos cambios esta misma estrategia para animar a enfermeros, camareros, personal de cocina, administración y residentes de un geriátrico en el corazón de Almagro. Esta alegre colombiana preocupada por ver que cada día todo era más oscuro, propuso traer el poder de la música al ámbito laboral y logró crear una atmósfera de fiesta en medio de la pandemia.

La música nos transforma

La canción suena y la música invade los cuatro pisos del lugar. El personal en pleno comienza a bailar y, durante unos minutos, las penas se olvidan y el mundo comienza a brillar. La estrategia, primero pensada para los profesionales, comenzó a contagiar a los abuelos que querían ser parte de la fiesta y no dudaron en ponerse a danzar. Al ritmo de «La macarena», «Sopa de Caracol» y «Atrévete», residentes y empleados realizan una pausa activa cada dos horas. «Es una estrategia que me gustaría se pudiera implementar, donde colegas y empleados se sientan abrumados por la sobrecarga laboral. Sentir que hay tres minutos de la jornada para nosotros es grato y nos impulsa para seguir y mantenernos positivos. Es como animar a la tropa porque necesitamos fuerza, la música nos alimenta el alma», dice Yisel.

Durante la última década surgió gran interés en utilizar la música como herramienta terapéutica en la rehabilitación neurológica, y se desarrollaron nuevos métodos basados en música para mejorar déficit motor, cognitivos, de lenguaje, emocional y social en personas afectadas por diversas condiciones, en distintas etapas de la vida. La música es una importante fuente de entretenimiento, aprendizaje y bienestar en la vida, así como un estímulo poderoso para el cerebro. Con el advenimiento de nuevas técnicas de neuroimágenes como la Resonancia Magnética funcional (RNM funcional), se está empezando a entender qué sucede en un cerebro normal cuando escuchamos, interpretamos, pensamos y sentimos la música, y cómo puede modificarse la estructura y función del cerebro con el entrenamiento musical y la experiencia.

«Cuando llegaba a casa después de 8 horas de trabajar, solo quería escuchar música que me hiciera sentir mejor, que me animara. Muy preocupada por lo que nos está pasando, pensé que la clave de tener un equipo fuerte al frente de la institución es mantener una mente y psiquis sana. La música nos genera un bienestar sin retirarnos de nuestras labores y a un precio bajísimo. Un amplificador y una canción que nos mueva, solo eso», dice Yisel con un tono de satisfacción y convicción. «Los familiares, cuando escuchan la música por el teléfono durante las llamadas a lo residentes o reciben el video de sus padres bailando, sienten alegría porque nos ven animados y con entusiasmo», concluye la enfermera.

Según el estudio del Departamento de Neurología de la Clínica Las Condes en Chile sobre «La música como una herramienta terapéutica en medicina», es importante mencionar que la música, como parte inherente de la ocupación humana, es utilizada como herramienta y un recurso de salud en diversos contextos comunitarios tanto como de salud mental, geriátricos y terapéuticos, entre otros. Su simple incorporación no implica necesariamente abordarla desde un encuadre músico terapéutico, ya que la música en sí misma favorece espacios armónicos de convivencia, contribuye al bienestar y relajación general, y es un poderoso medio social.