Cáncer, Artemisa y las emociones

El signo de Cáncer pertenece al elemento agua y está representado por el cangrejo. Sabemos que este animal vive mitad en el agua y mitad en la tierra y que tiene la peculiaridad de caminar hacia atrás. De este modo, el cangrejo nos trae una característica esencial del signo, a saber: su tendencia regresiva. Cáncer es el signo que trabaja lo más arcaico en nosotros, las tendencias más atávicas e inconscientes y el vínculo más primario de todos: la madre.

Por el psicoanálisis sabemos que en la tríada edípica el primer objeto de amor, tanto de la niña como del niño, es la madre. Solo si la madre habilita la figura del padre el pequeño se siente en derecho de incluir otro objeto de amor. Por ello, el padre entra en el segundo momento del Edipo y es el encargado de romper la simbiosis inicial entre madre e hijo. Dada la realidad arquetipal del complejo materno, sistemas tan disímiles como la astrología y el psicoanálisis plantean lo mismo: en la madre se inicia todo.

Cáncer, al ser un signo de agua, trae la representación del mar, del líquido amniótico del vientre y, por tanto, del inconciente primario y creador. Todo lo conciente emerge de las aguas inconcientes, toda la creación material emerge de la tierra. El regente de este signo es la Luna, astro fundamental dentro de la estructura psicológica. La Luna es el astro más cercano a la Tierra y, por ende, el que más influencia genera. Desde tiempos inmemoriales se la asocia a lo femenino, lo nocturno, el misterio, lo inconciente y lo cambiante. Los ciclos de la Luna se expresan mitológicamente en la diosa Hécate de los griegos, que tenía tres caras.

Es conocido el humor ciclotímico de los cancerianos, van mutando como la Luna y pueden mostrarnos distintas caras. También son emocionales, melancólicos, afectivos y sumamente sensibles. Están conectados con las raíces de la creación, por eso suelen volcarse mucho a la familia, a la maternidad y a preservar la unión y las tradiciones. A menudo les agrada estar en su casa y son más propensos a encerrarse que a salir al mundo abierto. La memoria canceriana guarda las impresiones del cuidado y la contención del útero materno, por ello buscan crear ese refugio en todos los lugares que transitan. Es normal que los cancerianos generen una familia en todo grupo que frecuentan: el trabajo, los compañeros de colegio y los amigos.

Cáncer es el signo de la forma y de la autoconservación, de la nutrición

El lugar de nuestra carta donde tengamos a la Luna o a Cáncer nos habla de cómo nos nutrimos a nosotros mismos, cómo nos maternizamos o cuidamos. En cierto momento de la vida, e independientemente de cómo haya sido la historia con nuestra madre biológica, debemos aprender a ejercer la función lunar con nosotros mismos y abastecer nuestras necesidades. Muchas personas que tienen vivencias negativas con el arquetipo materno suelen tener deformada la función lunar, con lo cual se exponen a riesgos innecesarios, no preservan su bienestar ni se nutren psíquica o físicamente.

Todos, seamos del signo que seamos, tenemos una personalidad lunar y debemos trabajar con ella. Algunos astrólogos opinan que deberíamos definirnos más por nuestro signo lunar que por el solar. El costado lunar de nuestro ser habla de las emociones que frecuentamos y cómo manejamos nuestra vida afectiva y familiar. Es lo más caracterológico y enquistado de nuestro psiquismo y es un trabajo importante conocer las mañanas y necesidades de la Luna. Las personas excesivamente lunares suelen ser muy contenedoras y cometen a menudo el error de priorizar las necesidades de otros por encima de las propias. Encarnan el arquetipo de la Gran Madre, asistiendo desde el rol materno a la pareja, los amigos y hasta incluso a los propios padres. Este desborde arquetipal conduce a progresivos desórdenes en los vínculos y en el propio psiquismo. Por ello es fundamental poner en eje el funcionamiento lunar, aprendiendo a domesticarlo.

Existen también personas que no toman contacto con su personalidad lunar y la abandonan al inconciente. Son sujetos bloqueados emocionalmente que tienen serias dificultades para mostrar sus sentimientos o pedir ayuda. Es importante para ellos revalorizar la función lunar y rescatar los sentimientos de la represión.

La diosa Artemisa de los griegos es una representación de la Luna en su aspecto más salvaje. Cuando Artemisa se sentía desafiada, no dudaba en tomar venganza y reducir a polvo a sus adversarios. Del mismo modo, la Luna puede mostrarnos su costado furioso cuando negamos sus necesidades. Ignorar la función lunar tiene un alto costo porque las necesidades terminan volviéndose imperiosas y violentas.

Cáncer es un signo fundamental porque nos obliga a poner en orden el vínculo fundante de nuestra vida: la madre. Independientemente de que hayamos tenido o no relación con nuestra madre, el complejo materno existe como arquetipo organizador de la psiqué. Trabajar el vínculo con lo materno es esencial para poder disfrutar de la plenitud y el afecto. Las carencias maternas no resueltas generan que el sujeto proyecte la resolución de esas necesidades en los vínculos posteriores. De este modo, la necesidad de contención y nutrición materna puede ser reclamada a la pareja, a los amigos o incluso a los propios hijos. Con el tiempo comprendemos que nadie puede resarcirnos por las carencias o problemas del pasado y debemos aprender a restituir nosotros mismos la función materna.

La valoración correcta de lo emocional, el trabajo con la personalidad lunar, con las raíces psíquicas y el complejo materno engloba la actividad de Cáncer. Actualmente la labilidad afectiva, la fragilidad de los vínculos y el vapuleo de las emociones nos pone en la obligación de re-plantearnos este arquetipo fundamental.