Nada es como antes

Este jueves hablaba con una amiga sobre cómo cambió la sociedad. Estamos ante una comunidad estresada.

La economía es uno de los factores que más influye en el malestar social. Los salarios quedaron muy por debajo del índice de inflación y no hay vistas de que mejore en lo que resta del año.

Según el Balance 2022 y Expectativas 2023 de Bumeran, los ajustes salariales estarían mayormente en el orden del 36%, lo que está muy por debajo de la inflación proyectada, mientras que el 29% dice que igualará al Índice de Precios al Consumidor (IPC).

Ya no se nos permite soñar con objetivos que nuestros abuelos o nuestros padres, con esfuerzo, alcanzaron. Tener la casa propia o ser dueño de un auto se convirtió en una utopía. Muchos se conforman hoy con invertir la plata viajando fuera del país o, al menos, aspirar a tener 15 días de vacaciones en la Costa Atlántica, porque el ahorrar se convirtió en una misión imposible.

Esto colabora con el segundo punto de mi planteo: las y los argentinos estamos desmotivados y ese es el puente a la irritabilidad y poca tolerancia.

Estamos enojados, y este es un dato comprobable. El 70% de las personas se siente nada o poco optimista respecto de lo que ocurrirá en la Argentina en 2023. Y eso que este es año de elecciones. El dato se desprende de una encuesta que realizó el Centro de Opinión Pública (COPUB) de la Universidad de Belgrano, que concluyó que solo el 17% de los encuestados se considera moderadamente optimista y apenas el 3% muy optimista. Los déficits centrales que se analizaron tienen relación directa con: trabajo, salud, estabilidad económica y seguridad física.

Si el optimismo se fue de paseo, ¿qué nos queda? 

Sobrevivir no es lo mismo que vivir. Perdimos la alegría y parece que ni siquiera ganar la Copa Mundial de Fútbol de la FIFA eleva nuestra capacidad de optimismo.

La conclusión de ambos puntos es que vivimos en una sociedad estresada.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el estrés como cualquier tipo de cambio que provoca agotamiento físico, emocional o psicológico. Según la entidad, se trata de una respuesta natural del cuerpo humano ante situaciones que requieren una acción rápida. Y, últimamente, así se vive. Estamos en la era de la inmediatez. No podemos controlar la ansiedad y, por este motivo, crecen los casos de ataque de pánico en adultos tanto como en adolescentes. Así lo señalan los especialistas, que cada vez reciben más consultas al respecto.

¿Somos una sociedad que se está enfermando? ¿Existirá un remedio para curar la desesperanza?

Solo deseo que la ilusión y el optimismo vuelva a ser nuestra bandera, como lo supo ser en otras épocas.

Artículo elaborado especialmente para puntocero por Luciana Mauro.