Desde 1970, cada 22 de abril se celebra el Día de la Tierra. Su origen se remonta a unos años antes, cuando en 1962, el senador estadounidense Gaylord Nelson comenzó con presiones y lobby para colocar al tema ambiental en la agenda del presidente John Kennedy. Tras unos años de labor, y en medio de las protestas contra la guerra de Vietnam, convocó a una gran manifestación popular donde las personas de todo el país manifestaron su preocupación por el manejo de los asuntos ambientales a nivel nacional. En noviembre de ese año, el periodista Gladwin Hill del New York Times escribió: «La conciencia sobre la crisis medioambiental está arrasando los campus universitarios con una intensidad solo comparable con el descontento con la Guerra de Vietnam… por ello, las oficinas del senador Gaylord Nelson planifican un día nacional para conversar sobre los problemas medio ambientales… para la próxima primavera».
Nelson habría tenido la idea de impulsar políticas ambientales tras un derrame de petróleo en Santa Bárbara, enojado por el desastre y la falta de acción del gobierno de Washington. Para que las nuevas generaciones fueran conscientes de la problemática ambiental Nelson insistía en la necesidad de presentar los hechos con claridad.
Al año siguiente, el 22 de abril de 1970, se celebró por primera vez el Día de la Tierra. Más de 20 millones de personas respondieron a la convocatoria y establecieron en sus comunidades, universidades y colegios, una plataforma de difusión y discusión sobre el medio ambiente y sus principales problemas.
En 1972 tuvo lugar la primera conferencia internacional sobre el medio ambiente: la Cumbre de la Tierra de Estocolmo, cuya finalidad fue sensibilizar a los líderes mundiales sobre la magnitud de los problemas ambientales.
Las Naciones Unidas celebran anualmente el Día de la Tierra en el primer equinoccio (alrededor del 21 de marzo). El 26 de febrero de 1971, el entonces secretario general Maha Thray Sithu U Thant firmó una proclamación a tal efecto.
El actual secretario general del organismo, Ban Ki-moon señaló respecto de esta celebración: «El Día Internacional de la Madre Tierra nos brinda la oportunidad de reafirmar nuestra responsabilidad colectiva de promover la armonía con la naturaleza en un momento en el que nuestro planeta se encuentra amenazado por el cambio climático, la explotación insostenible de los recursos naturales y otros problemas creados por el Hombre. Cuando creamos amenazas para nuestro planeta, no solo ponemos en peligro el único hogar que tenemos sino incluso nuestra futura supervivencia. Celebremos este día internacional renovando nuestra promesa de honrar y respetar a la Madre Tierra».
Y hay algo muy cierto en estas palabras, la Tierra es nuestro único hogar y su destrucción ocasionará la nuestra. Y es importante, diría imprescindible, aprender desde chicos a cuidar el medio ambiente. Los ciudadanos debemos reclamar por algo primordial como es la salud del planeta, y también actuar, no solo quedarnos en la queja. Es necesario sensibilizar y poner en opinión pública un tema con demasiada importancia como para que siga pasando desapercibido. Acá estamos hablando no solo de la supervivencia humana, ya que sin el resto de especies animales y vegetales la nuestra se encuentra seriamente comprometida.
Generalmente, cuando se habla del cuidado de la Tierra y de la protección del medio ambiente se piensa en los desechos tóxicos, en la basura, en los residuos y el vertido de venenos en los cursos de agua que afectan no solo a nuestra salud sino también a las plantas y a los animales. O los derrames de petróleo en los océanos causantes. Nuestro Riachuelo (compartido entre la ciudad y la provincia de Buenos Aires) es un claro ejemplo de ello, con una limpieza y recuperación que se hacen desear.
Una de las graves consecuencias que genera el descuido del medio ambiente y del lugar que habitamos se ve en el llamado cambio climático. Los científicos mencionan, como ejemplo de ello, las temperaturas extremas (con el clima que pasa del frío intenso al calor agobiante) y la casi inexistencia de las estaciones intermedias. También podemos señalar el fuerte retroceso en el tamaño y número de glaciares, que al derretirse provocarían inundaciones en las zonas costeras.
Tener un compromiso con el cuidado del planeta supone el reconocimiento de que la Tierra y sus ecosistemas proporcionan la vida a los hombres y el sustento a lo largo de su existencia. Implica también reconocer la responsabilidad que cabe al ser humano, como se expone en la Declaración de Río de 1992, de promover la armonía con la naturaleza y la Tierra a fin de alcanzar un justo equilibrio entre las necesidades económicas, sociales y ambientales de las generaciones presentes y futuras.
La premisa que debe guiarnos en el cuidado del planeta y del ecosistema es que es el único lugar que tenemos para habitar.
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