Euforia por la Copa Mundial

¿Qué nos pasa por la cabeza a las y los argentinos durante la Copa Mundial de Fútbol de la FIFA?

En un estado de país asfixiado como lo está la Argentina, el fútbol mundialista y en especial el argentino corona en un momento de difícil situación de país con la emoción de la euforia y la motivación que aparece por momentos (vamos a ser realistas) y las estrategias que plantea el equipo albiceleste.

Es un estado de agitación, pasión, fervor para los 45 millones de argentinos que, en estado de buena onda y buena predisposición, nos une al fútbol, nos atraviesa el deporte y la multiplicidad de culturas.

Pocas selecciones y aficiones son tan ciclotímicas como la nuestra, capaz de oscilar su estado de ánimo de una oscura depresión y el pesimismo ancestral a la euforia desbordada.

Como alguna vez tuvimos al gran Diego Maradona demostrando destreza nata, arrebatando lágrimas de emoción y risas explotadas, hoy tenemos a Lionel Messi, otro crack demoledor, preciso y austero. Hoy, en este Mundial en Qatar, el equipo argentino juega en la cancha con los dos muchachos «maravilla»: uno en vivo y en directo, el otro desde donde vaya a saber qué parte del universo nos acompaña también y nos atraviesa con su empuje, su coraje, Diego, líder motivador por siempre.

Es la euforia que nos une más allá de las diferencias, la que nos da tema de conversación, euforia que se siente en la piel, en la panza, al movernos, al juntarnos para compartir el mate a la hora del partido. Y todo esto no es por celular o por tablet o por computadora, esta euforia se palpa mirándonos a los ojos. Con abrazos fuertes y torpes, con caminatas nerviosas. Modalidades olvidadas, quizás, que quiero rescatar y compartir con las y los lectores.

Es inexplicable lo que nos pasa con el fútbol, pero hay algo especial durante esos 90 minutos que dura un partido que no lo genera otra cosa. En una Copa Mundial de Fútbol creo que hay un sentimiento relacionado con la patria, con lo que nos pertenece por derecho propio, entiéndase como grupo de pertenencia donde entra en juego algo mancomunado dejando de lado diferencias de todo tipo.

Es ese “no sé qué” que provoca el fútbol en los argentinos donde se gesta tanta euforia social por un campeonato mundial. Excitación, ansiedad y nerviosismo pero, sobre todo, mucha esperanza para que se logre un único objetivo: que los jugadores argentinos puedan alzar ese trofeo de 6,142 kilogramos que espera ser levantado bien alto por un seleccionado ganador.