Investigadores concluyeron que el consumo de cannabis en la adultez se asocia con unas mayores posibilidades de desarrollar problemas con el alcohol y otras drogas, incluyendo la dependencia a la nicotina, en un período de seguimiento de tres años.
Los resultados surgen de una muestra de 34.653 adultos entrevistados con una diferencia de tres años en una encuesta nacional epidemiológica estadounidense sobre el alcohol y las afecciones relacionadas. El 47,9% eran varones y tenían una edad media de 45 años. De ellos, 1.279 personas consumían cannabis.
Dos terceras partes de las personas que consumían cannabis presentaban alguna forma de trastorno por abuso de sustancias tres años más tarde, frente a menos del 20% de los no consumidores en el año anterior. Además, quienes consumían una o más veces al mes presentaban las tasas más altas de trastornos por abuso de sustancias en el seguimiento (70,5%).
Específicamente, los consumidores de cannabis tenían 6,2 veces más probabilidades de sufrir cualquier trastorno por abuso de sustancias y 2,7 veces más probabilidades de padecer un trastorno por el alcohol, además de 9,5 veces más probabilidades de sufrir cualquier trastorno por el consumo de cannabis. También tenían casi el doble de probabilidades de sufrir dependencia a la nicotina.
En comparación con las personas que no consumen cannabis, quienes sí lo hacen tienen diez veces más probabilidades de haber desarrollado un nuevo trastorno de cualquier tipo por el consumo de drogas tres años más tarde (13,9% frente a 1,1%).
Para ir coronando un marco de cierre a esta publicación que va más allá de la estadística, tenemos diferentes conceptos a tener en cuenta a la hora de repensarnos como sociedad, en una que pide a gritos estabilidad y seguridad.
Lo podemos ver en el cotidiano cuando los problemas de índole familiar, tales como falta de contención a los hijos y negación del problema de adicción en jóvenes y adultos, en todos se destaca la necesidad de fortalecer la figura de la familia como ámbito de contención, prevención y vehículo para la asistencia y recuperación. Como consecuencia, se denotan la profundización de la marginalidad y la exclusión, y el aumento de la violencia y la inseguridad.
Más consecuencias encontramos en el incremento del consumo de drogas en ciudades grandes tanto como pequeñas, relacionando el tema específicamente con el alcohol y la pérdida de valores.
También, paralelamente a la falta de estos en el ámbito familiar, hay una falta de proyecto en jóvenes, un mal uso del tiempo libre, a veces, y ni hablar de la falta de contención familiar.
Nos resta confiar en que vamos a elevar nuestras voces para que nos escuchen instituciones, comunicadores, organismos, comunidades, en fin, todas las personas que promulguemos la salud física, mental y espiritual por un mundo mejor.
La fuente consultada para los datos proporcionados es JAMA Psychiatry, una revista médica mensual revisada por pares publicada por la American Medical Association. Cubre la investigación en psiquiatría, salud mental, ciencias del comportamiento y campos relacionados.