Recomendaciones nutricionales contra el dengue

Ante el creciente brote de dengue, resulta vital adoptar una alimentación saludable que promueva la respuesta antiinflamatoria para fortalecer las defensas del organismo, evitando contagios y, además, mitigar los síntomas si se presenta la enfermedad.

El dengue, una afección endémica transmitida por el mosquito aedes aegypti, suscita preocupación debido a los múltiples brotes registrados en países de la región. Según el último Boletín Epidemiológico Nacional en Argentina, desde julio de 2023 hasta febrero de 2024 se reportaron 74.555 casos, con 47 fallecimientos en el mismo periodo.

En general, la mayoría de los casos pueden no presentar sintomatología. Desde agosto de 2010, el cuadro de dengue se clasifica en dengue sin signos de alarma, con signos de alarma y dengue grave (Organización Mundial de la Salud). Sin embargo, también puede haber casos en los que se manifiesta con síntomas como fiebre, dolores musculares, vómitos, diarrea y cefalea retroocular, pudiendo evolucionar a casos aún más graves como el dengue hemorrágico que cursa con deshidratación. Estos suelen aparecer entre 7 y 10 días después de la picadura del mosquito, pero puede extenderse hasta 15.

La gravedad del cuadro depende de diversos factores, incluyendo el serotipo del virus -siendo el DEN-2 el que ocasiona los cuadros más graves- y el estado inmunológico que presente la persona afectada.

Es crucial tener en cuenta que las personas con comorbilidades, como la obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares, experimentan una reacción inmunológica más exacerbada ante el dengue, lo que puede ocasionar daño en tejidos sanos. Por lo tanto, es esencial controlar estas enfermedades crónicas no transmisibles -como la diabetes, hipertensión, sobrepeso y obesidad- para prevenir una sobre inflamación que pueda desencadenar cuadros más graves, ya que están estrechamente relacionadas con la inflamación crónica de bajo grado, la cual tiende a empeorar las infecciones.

Una forma de mitigar la inflamación crónica de bajo grado es adoptando una alimentación saludable, predominantemente antiinflamatoria, en la que se limite el consumo de alimentos ultraprocesados y azúcares refinados, e incluir antioxidantes -tales como polifenoles, resveratrol- vitaminas D, C y E, zinc, selenio, entre otros, y fibra.

Por otra parte, el Colegio de Nutricionistas de la provincia de Buenos Aires destaca algunas pautas nutricionales esenciales durante el curso de la enfermedad.

Hidratación

Mantenerse bien hidratado es fundamental, ya que el agua ayuda a transportar nutrientes y eliminar toxinas del cuerpo, especialmente durante los episodios de fiebre, diarrea y vómitos asociados con el dengue.

Es importante incluir variedad de frutas y verduras, semillas, frutos secos y aceites, ya que son ricas en vitaminas, minerales y antioxidantes claves para fortalecer el sistema inmunológico y combatir la inflamación. Por ejemplo: cítricos como naranja, mandarina, kiwi, que contienen vitamina C, verduras de hojas verdes que aportan vitamina K, A y C, frutos secos y aceites de semillas de lino, sésamo, para aportar vitamina E. Además, el germen de trigo, las semillas y las nueces son buenas fuentes de zinc y selenio.

Si además se presentan síntomas como náuseas, vómitos o diarrea, es mejor consumir las frutas tanto como las verduras cocidas, sin cáscara, en puré, al vapor, en sopas o caldos caseros y compotas de frutas caseras para que se puedan digerir más fácilmente.

Proteínas magras

El consumo de proteínas magras como pollo, pescado, huevos y legumbres es importante para la producción de anticuerpos y otras proteínas inmunes. Además, el huevo tanto como los lácteos fortificados y los pescados grasos también aportan vitamina D, que controla la expresión de moléculas proinflamatorias. Se recomienda consumirlos hervidos o a la plancha, evitando las cocciones con alto contenido de grasa como las frituras para que no generen malestar en el tracto gastrointestinal.

Por otro lado, es aconsejable limitar el consumo de alimentos con alto contenido de grasas saturadas, cafeína, bebidas alcohólicas y azucaradas, ya que pueden contribuir a la deshidratación y empeorar los síntomas de la enfermedad.

Es fundamental mantener la lactancia materna en los bebés, para asegurar su hidratación y el refuerzo del sistema inmune.

En el caso de que haya poco apetito, se aconseja realizar pequeñas ingestas de comida varias veces al día adoptando las recomendaciones mencionadas anteriormente.

Además de una alimentación equilibrada, es fundamental seguir las medidas de prevención, como el uso de repelente y la eliminación de criaderos de mosquitos, para reducir el riesgo de contagio y propagación de la enfermedad.

Artículo elaborado especialmente para puntocero por la licenciada Florencia Gagliardi.