La tiroides es una glándula con forma de mariposa que se encuentra en la parte anterior del cuello. Produce principalmente dos hormonas: tiroxina (T4) y triyodotironina (T3). Estas hormonas regulan el metabolismo de todo el cuerpo, por ejemplo, el crecimiento celular, la temperatura corporal, el tránsito intestinal, la cognición, el ciclo menstrual, etcétera.
¿Cómo repercuten en nuestra salud mental?
Las hormonas tiroideas tienen un impacto directo en el cerebro, ya que regulan la producción de serotonina y los receptores de la misma, es decir, afectan directamente su sensibilidad y modulan cómo responde el cerebro a la serotonina disponible. Además, interactúan con otros neurotransmisores como la noradrenalina y la dopamina. Estas interacciones pueden influir en el estado de ánimo y la función cognitiva (memoria y atención).
¿Qué alteraciones pueden suceder en la glándula tiroides?
Cuando la glándula funciona correctamente, hablamos de una persona eutiroidea. Cuando funciona en menos, de hipotiroidismo, y cuando lo hace en más, de hipertiroidismo. Más del 90% de los casos de hipotiroidismo se deben a una enfermedad autoinmune llamada tiroiditis de Hashimoto y la mayoría de los casos de hipertiroidismo a otra enfermedad autoinmune conocida como Enfermedad de Graves.
El menor porcentaje puede deberse a otras causas como resección quirúrgica de la glándula, patología oncológica, tóxicos, entre otras.
Síntomas asociados
Hipotiroidismo: caída de cabello, uñas quebradizas, olvidos frecuentes, dificultad para concentrarse, exceso de sueño durante el día y cansancio físico, constipación, intolerancia al frío, alteraciones del ciclo menstrual, falta de voluntad. Presentando así, un cuadro similar a la depresión.
Hipertiroidismo: exceso de sudoración, intolerancia al calor, disminución de peso sin explicación aparente, nerviosismo, temblores, taquicardia, insomnio, irritabilidad. Es decir un cuadro parecido al que aparece en los trastornos de ansiedad.
En psiquiatría es muy frecuente la consulta por ansiedad o depresión, que de trasfondo tiene una desregulación tiroidea. Por eso es fundamental psico educar a la población general sobre la importancia de esta glándula y los síntomas asociados a su alteración y nosotros como profesionales prestar atención a descartar cuadros orgánicos para no medicar de manera incorrecta.
En muchos casos, además del tratamiento endocrinológico, hay que acompañar con psicofármacos para regular el sistema nervioso. Generalmente, la respuesta es favorable al tratamiento combinado.
Por otro lado, teniendo en cuenta que la mayoría de las enfermedades autoinmunes se “despiertan” frente a situaciones estresantes (el estrés aumenta el cortisol y este, al comienzo, disminuye la función del sistema inmunológico, pero ante la exposición crónica genera una hiper respuesta inflamatoria que termina expresando la enfermedad).
Es fundamental priorizar una buena gestión emocional y de ansiedad para prevenir esta y otras patologías, o bien, si ya estás diagnosticado/a con alguna alteración tiroidea, además del tratamiento médico convencional es primordial acompañar con procesos terapéuticos, ejercicio y rutinas saludables. Para que mantengan tu cortisol en niveles óptimos y así, tus sistemas inmune, endocrino y nervioso regulados.
Artículo elaborado por la doctora Natalia Belén Lamónico.