Un mundo donde todos nos entendamos

El 2 de abril es el Día Mundial de la Concienciación sobre el Autismo. Esta fecha la establece la Organización Mundial de la Salud (OMS) con el fin de que se realicen acciones de visibilización acerca de esta condición para poder reconocer signos en las personas cercanas, ayudarlos en el momento que lo necesiten y para que se logre una sociedad más inclusiva, donde la persona con algún Trastorno del Espectro Autista (TEA) tenga las mismas oportunidades que los demás.

Durante este día se utiliza el color azul para hacerlo visible, debido a que es el color del mar, el cual se parece a la vida diaria de las personas con TEA: brilla claro en un día soleado y puede oscurecerse en medio de una tempestad.

El diagnóstico suele llegar en los primeros años de vida, donde madres, padres o docentes ven en los niños ciertos signos que llaman la atención. Lo más característico tiene que ver con la interacción social y con la ausencia de contacto visual con las personas. También se pueden observar falta de atención, retraso en la adquisición del lenguaje o ausencia del mismo, desinterés hacia objetos, ausencia de juego, hiperactividad, movimientos estereotipados (por ejemplo, aleteos o descargas motrices), rigidez en las rutinas o ciertos tipos de alimentos, intereses restringidos, sensibilidad auditiva, entre otros.

En caso de reconocer estos signos en una persona cercana es necesario realizar una evaluación diferencial para dar con el diagnóstico y tratamiento adecuados. Y esto siempre debe comenzar con el médico pediatra de cabecera, quien será el encargado de realizar las derivaciones necesarias a especialistas neurólogos, psicólogos, psicopedagogos u otro que sea necesario para llegar a definir la condición.

Si bien no se conocen las causas, hay diferentes teorías genéticas, conductuales y de alimentación que buscan explicarlas.

En Argentina, la Ley 27.043 declara de Interés Nacional el abordaje integral e interdisciplinario de las personas que presentan TEA y plantea la importancia de la coordinación de acciones necesarias para la inclusión en los diferentes niveles educativos, laborales y sociales.

Como sociedad en general, debemos ser empáticos con la persona que tiene autismo y con quienes les acompañan. Es recomendable hablarles con palabras simples y lento; acompañarlos en el proceso de aprendizaje respetando sus tiempos de comprensión; evitar señalarlos o realizar comentarios sobre sus comportamientos; darles prioridad en los lugares que requieran esperas, anticiparles las situaciones para que sepan a qué se van a enfrentar; evitar hacer ruidos fuertes con música o gritos, pirotecnia, motores, etcétera; darle espacio, sin asustarse, a sus movimientos o gritos porque son una forma de descarga; y sobre todo escuchar y acompañar desde el amor.