Alarmante disminución del consumo de leche

Desafíos ante la alarmante disminución del consumo de leche en Argentina: advertencias sobre su impacto en la salud y propuestas de alternativas nutritivas.

Según datos recientes del Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA), el consumo de leche en enero sufrió una preocupante caída del 15% en comparación con el mismo periodo del año anterior. Este declive, atribuido principalmente a los incrementos de precios y al deterioro del poder adquisitivo, genera una creciente preocupación en los expertos en nutrición y salud quienes advierten sobre su grave impacto para la salud de la población.

Aunque existen controversias y diferentes posturas respecto al consumo de leche, esta es reconocida como un alimento que proporciona una combinación única de nutrientes esenciales para el organismo, incluyendo proteínas de elevado valor nutricional, minerales como el calcio y hierro, así como vitaminas A, D y del grupo B.

Por su parte, el doctor Fernando Burgos, pediatra y presidente de la subcomisión de Medios y Comunicación de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), destaca que la leche desempeña un papel clave en el desarrollo cognitivo, el metabolismo y la salud ósea, entre otros aspectos fundamentales para el bienestar humano, especialmente en determinadas etapas de la vida, como la infancia, el embarazo y la tercera edad.

No obstante, los aumentos de precios llevaron a que una segmentación del mercado, donde muchos consumidores se vieron obligados a limitar el consumo de leches que presentan una buena calidad nutricional, optando en su lugar por alternativas con un menor valor nutritivo, como las bebidas lácteas elaboradas a base de suero de leche. Incluso, recurren a la compra de quesos adulterados con gelificantes o fécula de maíz, con consecuencias potencialmente perjudiciales para la salud.

Este fenómeno es especialmente alarmante en Argentina, donde el consumo de lácteos viene presentando una tendencia baja en comparación con lo estipulado por las Guías de la Alimentación Argentina que recomiendan el consumo de 3 porciones diarias de lácteos -leche, yogur y quesos-, preferentemente descremados para mantener una alimentación saludable.

Sergio Britos, director del prestigioso Centro de Estudios sobre Políticas y Economía de la Alimentación (CEPEA), advierte sobre las graves implicaciones nutricionales y de salud pública de esta tendencia, particularmente, entre los segmentos más vulnerables de la población. Según mencionó, “el consumo de leche y yogur (en especial en niños mayores de un año, para leche, y a partir de los 6 meses, para yogur) es un buen consejo, no solo por su conocido perfil nutricional en calcio, proteínas y algunas vitaminas, sino porque es creciente la evidencia científica que asocia su consumo con la prevención de obesidad, una mejor calidad de dieta y, en el caso del yogur, con una mayor calidad y diversidad de la microbiota intestinal y sus múltiples funciones”.

Esta situación preocupa aún más debido a que los alimentos alternativos ricos en calcio -mineral aportado en gran proporción por la leche- tales como los frutos secos, las semillas molidas, los productos derivados de soja y las bebidas vegetales adicionadas con calcio y vitamina D, son incluso más costosos. Esto plantea un desafío adicional para aquellos que buscan mantener una ingesta adecuada de este nutriente sin comprometer su presupuesto familiar. La asequibilidad, así como la accesibilidad económica a opciones saludables, es crucial para garantizar que toda la población pueda mantener una alimentación equilibrada, especialmente en momentos de crisis económica como el que atraviesa el país.

Por tanto, es menester implementar medidas efectivas para promover el consumo de leche y productos lácteos de alta calidad, no solo por su valor nutricional sino, también, por su impacto positivo en la salud y el bienestar general de la población.

Ante este panorama desafiante, es clave implementar estrategias para garantizar la ingesta de nutrientes esenciales, como lo es el calcio. Además del consumo de leche, el yogur desempeña un papel crucial al aportar probióticos, que contribuyen a mantener una microbiota intestinal saludable que, a su vez, repercute positivamente en la salud.

Para obtener calcio de fuentes vegetales, aunque pueden ser más costosas en algunos casos, existen métodos para optimizar su consumo y reducir el desperdicio:

Incorporar vegetales de hojas verdes oscuras, como acelga, espinacas y brócoli. Se recomienda consumirlas crudas para evitar la reducción de su volumen durante la cocción y además, aprovechar al máximo incluso sus pencas.

Incluir legumbres como porotos, lentejas y garbanzos, que no solo aportan calcio, sino que incrementan su volumen al cocinarse, ofreciendo una opción económica y nutritiva.

Utilizar harina de garbanzo, soja, avena y salvado de trigo como alternativas ricas en calcio.

Además, se puede elaborar yogur casero, una opción más económica y que rinde más en comparación con las variedades comerciales. Estas estrategias no solo son beneficiosas para la salud, también pueden ayudar a mantener un presupuesto equilibrado en la alimentación diaria.

Artículo elaborado especialmente para puntocero por la licencia Florencia Gagliardi.